Capítulo 15: Caos y orden

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Bueno~ Capítulo semanal :) No los hago el mismo día, pero intento de verdad escribir uno a la semana para que no tengáis que esperar tanto. Espero poder mantener este ritmo de publicación :DD

Espero que os guste, nos leemos~ ;)

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El día en que Álex apareció y desapareció tan fugazmente de su vida, Eric no pudo prever hasta qué punto aquello iba a afectarle en todos los sentidos. Claro que había sentido aquella sensación tan extraña en la cual todo su mundo se ponía al revés y sus creencias y su plan de vida se iban a la porra, pero lo achacaba a la sorpresa de verle así, tan de repente. Lo que no imaginaba era lo que le esperaba en las semanas que seguirían a aquel encuentro, si es que a aquello se le podía llamar así.

La mayor parte del tiempo no sabía dónde estaba, y se descubría a sí mismo pensando sin parar en Álex, en su sonrisa, en su figura esbelta, en el conjunto armonioso que era su cuerpo, su voz y aquella personalidad tan sensual, desenfadada y divertida. Su mente vagaba por una realidad que apenas había acariciado con la punta de los dedos, y se recreaba en unos recuerdos que, por preciosos que fueran, también le perjudicaban.

No se centraba ni en clase, ni en las prácticas en el estudio de doblaje, ni en el trabajo. Su actitud hizo que se ganara un par de broncas por parte de su jefe, pues se equivocaba con los pedidos y con las mesas, y a veces había tirado algún que otro vaso o plato. Sabía que se estaba jugando su puesto de trabajo y parte del bienestar de su familia, pero por mucho que intentara pensar en otras cosas y mantenerse atento a lo que debía hacer,  allí estaba el castaño, sonriendo burlonamente desde el fondo de su mente y distrayéndole una y otra vez cuando lo que intentaba era centrarse y comportarse con normalidad.

Por supuesto, aquello afectaba también a sus relaciones personales. En casa se aislaba, pasaba más tiempo de lo normal en su habitación, pues era la única forma que tenía de huir de su familia. Su madre y su hermana le dejaban hacer, pero sabía que un día u otro acabaría cayendo una charla, pues parecía estar en un estado de regresión a la adolescencia alarmante.

Además, uno de los inconvenientes de tener sólo un par de amigos que, para más inri, eran sus compañeros de clase y las únicas personas con las que compartía constantemente su tiempo libre era que no podía escapar de ellos en ningún momento, y ellos notaban que no era él mismo, por mucho que no se lo comentaran. Estaba claro que Carles ya no se lo había creído desde el principio, pero ver que Pau había cambiado sus miradas seductoras por unas más suspicaces le hacía preocuparse y ponerse aún más nervioso de lo que ya estaba. No sabía cuál de las dos cosas era peor, si que le tirara la caña o que desconfiara de él.

Su permanente estado de ansiedad se debía a que cada vez se sentía peor por no haberles dicho la verdad cuando había tenido una oportunidad tan clara. Nunca había sido un buen mentiroso, y su actitud le delataba constantemente. Era muy consciente de que sus amigos sabían que les había mentido, pero que no le decían nada porque él les había asegurado en todo momento que no les ocultaba nada. Además, una vez lo hubo pensado en frío, lo vio todo muy claro. Necesitaba desahogarse, no podía seguir con ese peso que le oprimía el pecho. Quería contarle a alguien que sí, que estaba enamorado como un idiota de Álex. Que le deseaba con toda su alma, y que si volviera a tener la oportunidad de tenerle delante, se lanzaría hambriento hacia él.

Porque aquella era otra, también vivía en un estado permanente de calentura. Ni siquiera en el apogeo de su adolescencia, con las hormonas pululando por todas partes y controlando su cuerpo, había estado tan desatado.  A menudo solía despertarse en medio de la noche, interrumpiendo los sueños más fogosos que había tenido jamás para intentar despejar la mente y olvidar por un minuto a su protagonista indiscutible. O al menos al principio, pues se había dado cuenta de que no ocuparse de las erecciones que éstos despertaban en él le provocaba un insomnio que tardaba horas en desvanecerse. Así que ya pasaba, dejaba que su mente volara hasta las situaciones más sensuales posibles, pues ya había cogido la costumbre de levantarse unos minutos antes de lo normal por la mañana para ocuparse de sí mismo. Y a veces ni siquiera eso era suficiente, y se descubría poniéndose cachondo en los momentos menos adecuados. Normal que se distrajera tanto.

Su Voz (Homoerótica) [En proceso + editando]Where stories live. Discover now