Capítulo 9: Los buenos amigos, por idiotas que sean, no tienen precio

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¡Ya estoy de vuelta con otro capítulo! Siento la tardanza, que la edad no perdona y aún estoy recuperándome del Salón xDDDDDDU Es broma, es la pereza lo que no perdona xDDDDDDDDU Por cierto, hice una entrada en mi blog sobre el Salón, si alguien se aburre y quiere leer gilipolleces, ver fotos mal hechas, y todo eso, que se pase por aquí: http://elmundodeaoi.blogspot.com.es/2014/11/cronicas-otaku-domingo-en-el-xx-salon.html También podéis acceder a mi blog desde mi perfil de Wattpad, que está el link y eso :3

Y bueno, ahora lo importante. Esta semana con ración de Carles y Pau, que, al menos yo, les echaba de menos ;) Aviso que va sin beteo porque mi beta está desaparecida, y bueno, si hay algo mal, lo siento >____< Espero que os guste, me encantará leer lo que sea que tengáis que decirme ^____^ A ver si puedo escribir más a menudo a partir de ahora :D  ¡Nos leemos! :)

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 - Tío, pensaba que estabas de coña cuando dijiste que la rechazarías - comentó Carles con un deje de frustración en la voz.

Eric tuvo que hacer un esfuerzo para recordar cómo había llegado a aquella situación, a pesar de lo mucho que le dolía la cabeza, a pesar de la sensación de ser capaz de quedarse sopa en cualquier momento.

Después de haber dormido nada y menos por haber pasado la noche haciendo el idiota en su habitación con Blanca, el insistente pitido del móvil, señal de que sus amigos reclamaban su atención, le despertó. No les hizo caso, necesitando unos minutos para amueblarse la cabeza después de despertarse tan de golpe. Pero cuando subió la persiana y abrió la ventana para airear el cuarto, sacando un momento la cabeza para respirar el fresco aire matinal, lo primero que oyó fue un prolongado "Buenos días, pringado", seguido de unas risotadas fuertes que llegaron hasta sus oídos.

Allí estaban Carles y Pau, apoyados en el capó del coche del último. Ambos esgrimían una sonrisita traviesa mientras le saludaban agitando la mano en la que, cada uno, llevaba aquél aparato del mal, más popularmente conocido como teléfono móvil, con el que le habían tocado las narices hasta despertarle. Después de dedicarles un gesto con el dedo corazón de ambas manos como contestación a sus buenos días, metió de nuevo la cabeza en su habitación, mientras oía como se seguían descojonando de él.

Si es que ya ni esperaban que les contestara, se plantaban delante de su casa con todo el morro, y sabía que no se irían a menos que se metiera en el coche con ellos. Eran unos tocacojones de mucho cuidado, pero Eric no pudo evitar que una sonrisa leve aflorara en sus labios. Eran el tipo de amigos que había deseado tener durante toda su vida. Eran unos capullos, sí, pero le animaban hasta cuando no sabían que debían hacerlo.

Se vistió en un santiamén, sintiéndose inmediatamente revitalizado y con unas ganas locas de salir a dar una vuelta. Su madre y su hermana estaban dormidas, así que tuvo que dejar una nota diciendo que había salido con sus amigos, que no se preocuparan, y que no sabía cuándo volvería. Con aquellos dos, todo era imprevisible.

Una vez hubo bajado las escaleras del edificio de tres en tres, le recibieron sus amigos con una colleja cada uno, mientras le llamaban dormilón. No parecían muy ofendidos por los gestos manuales que les había dedicado, precisamente. Carles, como siempre, lucía su sonrisa afable e iba vestido con una de sus miles de camisetas con dibujitos japoneses. En este caso, llevaba una muy rara de una armadura enorme con un chico rubio al lado, el cual dejaba ver gracias a su camiseta de tirantes negros un brazo metálico.

Pero más extraño aún que la camiseta de Carles era el hecho de ver a Pau, un chico que siempre iba por ahí mostrando bien orgulloso su rostro perfectamente cincelado, cubriéndose los ojos con unas oscuras gafas de sol de estilo aviador. No era que le quedaran mal, al contrario. Las gafas, al esconder sus ojos, le daban un halo de misterio y sensualidad que le volvían prácticamente irresistible. Como si no fuera ya suficientemente atractivo al natural. Pero a Eric seguía pareciéndole raro.

Su Voz (Homoerótica) [En proceso + editando]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt