Su Voz (Homoerótica) [En proceso + editando]

Capítulo 25: Sujetavelas

¡Hola a todos! Sólo quería daros las gracias, porque ayer por la noche llegué a las 30.000 lecturas *____* Me alegra mucho ver que cada vez más gente se une a la lectura de esta historia, ¡mil gracias! :)

Información importante para los del grupo (si no te interesa, lo siento, puedes seguir leyendo la historia :D):

Bueno, como ya dije el otro día a la gente que me sigue, resulta que me cerraron mi cuenta de FB. Eso no importa salvo porque con ella se fue a la mierda el grupo que hice por lo de las 10.000 lecturas. Con mi anuncio del otro día algunos de los que estaban en el original (y gente nueva también) se pudo unir al grupo nuevo, pero he perdido algunos miembros que ya no recordaba que estaban o no he podido añadir porque no son amigos míos. El caso es que, si veis esto y queréis volver al grupo, dejadme un comentario diciéndolo, que os pasaré el link :) Y por supuesto lo mismo digo a quien quiera unirse ahora ;D

Eso es todo, muchas gracias por vuestra atención ^____^ Nos leemos~

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Eric bufó, en un inútil intento para que su corazón se calmara. Era jueves, y si a la tercera no iba la vencida, a la cuarta seguro que sí.

Apoyó la espalda contra la pared, al lado de la puerta del aula en la que les tocaba su primera clase. Había llegado el primero, como siempre. Pero por una vez le alegraba su manía con ser puntual, porque así seguro que Carles no se escaquearía, como había hecho durante el resto de la semana.

Tras la conversación con Anna, había tomado una decisión: aclarar las cosas con sus amigos. Y si había decidido empezar por el castaño era porque le resultaba mucho más fácil hablar con él, Carles entendería lo que quería decirle si le escuchaba durante un rato. Bueno, por eso y también porque con él no se ponía rojo hasta la coronilla como hacía cada vez que pensaba en que tendría que discutir a solas con Pau. En sus conversaciones imaginarias, aquellas que sucedían en su mente mientras trataba de encontrar las palabras adecuadas para que hicieran que su amigo aceptara sus disculpas y volviera a hablarle, Carles se detenía, le escuchaba y le perdonaba, admitiendo la parte de culpa que Eric le achacaba, aunque sabía que no debía seguir haciéndolo. Exponerle todos los puntos en que creía que su amigo la había cagado no era la mejor manera de ganarse su amistad de nuevo.

Pero la realidad le cayó encima como un jarro de agua fría. El lunes, nada más verle, le saludó con cara de arrepentimiento y la mano en alto, dispuesto a levantarse de la silla para proponerle una conversación privada. Pero su amigo, en vez de devolverle el gesto, le giró la cara para no verle, y se sentó en el asiento más alejado que pudo encontrar. Al cabo de unos minutos se le unió Pau, que, sin mirar siquiera al pelirrojo, fue directo con Carles, con el que se puso a hablar en voz baja. Y, para frustración de Eric, la misma escenita se repitió durante el martes y el miércoles.

Así que sí, por decidido que estuviera, también se sentía hundido. Era alguien que había pasado casi toda su vida escolar solo, tanto en el instituto como en la escuela. Jamás había sentido que necesitara alguien que se sentara a su lado, o que le intentara distraer con bromas y cotilleos durante las horas de clase... hasta que había conocido a Pau y a Carles. Desde entonces, el ir a clase no era sólo ir a aprender su futuro oficio. También era pasarlo bien, reír por lo bajo, sonrojarse de vergüenza y disfrutar de la vida. Habían impactado tanto en su vida en tan pocos meses que ya ni siquiera recordaba qué hacía para distraerse cuando estaba solo. Para él, lo natural era estar rodeado de sus amigos, y su ausencia dolía tanto que a veces sentía la necesidad de girarse disimuladamente y observarles en la lejanía, muerto de ganas de sacar el valor de enviar a tomar por culo los problemas que hubiera entre ellos, abrazarles y decirles lo importantes que eran en su vida, que ya no podía vivir sin su presencia.