Capítulo 2

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Capítulo 2

¿Cómo se podía diferenciar algunos sentimientos? ¿Sería miedo lo que Khata estaba sintiendo?
Pero, ¿Por qué no quería que el causante de ese miedo se alejara? Tal vez, porque no era precisamente temor lo que su cuerpo estaba sintiendo.

¿Protección? ¿Cariño? O... ¿Deseo? No, eso era imposible. Menos en la situación que se encontraba, no, no, nunca, en ninguna situación era buena. Estaba enloqueciendo, eso tenía que ser. Sin embrago, no se sentía en peligro al tenerlo ahí, tan cerca de ella.

Aunque, jamás lo sintió. Sí, definitivamente estaba enloqueciendo.

—¿Qué haces? —respiraba de forma pausada sin dejar de mirarlo a los ojos. Estaba muy cerca, jamás lo había tenido tan cerca.

Baran arrugó las cejas de pronto y con delicadeza limpió una de sus mejillas la cual no se había dado cuenta que estaba húmeda por las lágrimas, ni mucho menos notó en que momento había empezado a ponerse a llorar.

—Lo que escuchaste. -dijo pausadamente. —Voy a cumplir con lo que me toca.

Khata respiro hondo al oírlo decir eso.

—¿Qué? —dijo despacio no muy clara de lo que había escuchado.

Baran por su parte se alejó un par de centímetros para mirarla con más detalle.

—Tienes los ojos rojos. -le comentó con calma. —¿Has estado llorando? -preguntó, aunque sabía que era muy obvio.

La imagen hacia él había cambiado, la miraba con dulzura, con calma. De una manera que le trasmitía serenidad y había logrado mantenerla tranquila por un momento bastante largo. A decir verdad, un momento que no quería que terminara.

—No ha pasado ni una semana desde que murió mi padre. —dijo ella, muy consiente que él odiaba escucharla decir eso. —No sé cómo se lidia con el dolor.

Baran tragó saliva antes de subir una de sus manos y pasarle un mechón de cabello por detrás de la oreja. Todo parecía meditarlo antes, ya que lo había hecho con un cuidado digno de admirar. Con tanta delicadeza que era difícil hacerlo contrastar con su personalidad.

—Todos nos sentimos igual. Yo me arrepiento de muchas cosas. —dijo el dibujando una pequeña sonrisa. —Pero hay que ser fuerte y avanzar, porque sino el dolor nos va ganar y luego cuando de verdad queramos levantarnos será demasiado tarde. —Khata sonrió triste ante sus palabras. Era cierto, había pasado años lejos de su padre y ahora eso le estaba tomando factura. —Trata de descansar un poco. Yo iré avisarle a los empleados de la hacienda cómo serán las cosas ahora que Brandon no está.

Khata asintió ignorando el hecho de que no lo había llamado papá. No vió sus gestos al despegarse de él, sin embrago sintió un leve murmullo y por su parte un pequeño pinchazo en el centro del pecho.

Se encerró en su cuarto y se recostó, dejando de lado el dolor y concentrándose en el cansancio. Eso la ayudó, ya que en menos de cinco minutos había caído en un sueño profundo. Estaba agotada totalmente.

Pasaría a una nueva etapa. Una etapa de madurez, una etapa decisiva. Vendrán altos y bajos para su vida. Tendrá que enfrentarse a su "familia" porque en teoría lo eran, a las habladurías del pueblo, a Baran, y a su nueva realidad. Debía de prepararse mucho, pero primero debía sanar y buscar salir adelante sea como sea.

(...)

Baran miraba fijamente a todos los empleados del lugar, aunque no pudo pasar la vista ante el rubio de su porte similar que se ubicaba al lado de su madre de forma tranquila. Sí, tenía un problema con él.
Aunque, pensándolo bien, terminaría peleando con todos.

Khata ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora