Capítulo 26

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Capitulo 26


El sol del atardecer golpeaba la carretera haciendo que las mejillas de ambas mujeres tomarán un tono enrojecido. Khata se notaba algo incómoda y Acassia por su parte no pasaba desapercibido ese hecho. Era muy notorio el descontento de ambas desde hacía días y lo único que parecían querer hacer era ignorar a toda costa el aparente malentendido.

—¿Tienes algún problema de que hayamos venido solas? —la voz de Acassia llegó a ella unos minutos después de haber empezado la andada hasta los cultivos.

Khata negó pero su rostro estaba serio en su totalidad, no había expresión en ella que contrastara con lo antes dicho.

—Para nada. —cabalgó con un poco más de rapidez sintiendo como su hermana la seguía con un trote apresurado.

No sé detuvo en ningún momento, sentía como la brisa le acariciaba la cara en el momento que avanzaba con el animal pacíficamente por la orilla de la carretera. Los autos pasaban muy cerca de ellas pero era algo que no les intimidada ya que desde niña estaban acostumbradas a recorrer ese trayecto con su difunto padre.
Los cultivos de los Sandemetrio quedaban bastante retirados de la hacienda, justo a las afueras del pueblo entre la carretera que se había que tomar con dirección a la ciudad. Era un terreno enorme que pertenecía a su familia desde generaciones pasadas y que poseían hectáreas de diferentes cultivos, los cuales mantenían a flote la fortuna de su padre el cual ahora era administrado por Baran siendo dueño del cincuenta porciento y poniéndolo con eso como el hombre más rico del pueblo. De por sí ya era un hombre bastante solicitado por decirlo de alguna manera, ahora con la cantidad de dinero que manejaba era el pez gordo del pueblo y sabía que más de una se moría por convertirse en su esposa, hecho que a Khata por su puesto no le hacía mucha gracia.

—¿Estás molesta conmigo? —la pregunta llegó rápido y concreta.

Khata negó tratando de controlar su voz para responder. No tenía intención de ser grosera con su hermana, pero era algo que simplemente le estaba ganando la batalla.

—No tendría ninguna razón para estarlo. —detuvo el caballo justo en la entrada de los cultivos de chile los cuales iluminaban el lugar con los hermosos colores.

Habían peones en la entrada y a lo lejos divisaba más personas trabajando. El olor de la tierra húmeda, mezclado con el verde de las hojas en cada planta era un deleite para los ojos de cualquiera. Amaba ese lugar desde que lo había conocido junto a su padre con solo seis años de edad. Era uno de sus recuerdos favoritos.

—Señora Acassia, señorita Khata . —un hombre se quitó el sombrero para saludarla al momento que ambas entraban por uno de los caminos despejados.

La brisa refrescó sus rostros en un instante.

—Tambien soy señorita, esas formalidades guárdalas para Baran. —respondió con brusquedad sorprendiendo a Khata la cual se volteó a mirarla con reproche.

—Disculpe, señorita. —se apresuró a contestar el hombre.

—No tienes que hablarle así. —exclamó con molestia la joven en menos de un segundo.

—No tiene que decirme señora. —replicó con enojo.

—Solo está siendo cortéz contigo porque eres la mayor, no tienes porque ser grosera por una palabra.

—¿Yo grosera? —preguntó la rubia con sarcasmo. —Tú eres la grosera, has estado grosera conmigo desde hace días y ni pienses que no me doy cuenta de las cosas que han estado pasando.

Khata comenzaba a sudar y no precisamente a causa del calor.

—¿Que cosas? —preguntó sin entender nada de lo que hablaba.

Khata ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora