Capitulo 14

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Capitulo 14

Tomó asiento junto a Rosio en la parte de atrás de la camioneta, la mujer estaba muy molesta, se le notaba a kilómetros y ese hecho hizo preguntarse que pudo haber pasado entre Baran y ella minutos antes para ponerla en ese estado.
Bárbara se encontraba en el asiento del frente con el rostro perfectamente maquillado y perfumada de más. Y Baran, bueno, él siempre llamaba la atención sin proponérselo. Era un hombre atractivo y muy imponente, le era fácil hacerse notar en cualquier lugar.

La noche estaba fresca y muy bonito a su parecer. Las calles del pueblo se mantenían limpias y muy iluminadas, era un pueblo muy bonito a decir verdad, a Khata le había encantado desde el día que paseó por sus calles junto a su padre. Cuánto lo extrañaba: pensó. No era fácil, y menos para ella que prácticamente se encontraba sola. Bueno, no sería injusta, todos cargaban su dolor de manera diferente, ella no tenía ningún derecho a cuestionarlos y menos con lo que había hecho días atrás. Pensar en eso hizo que su cuerpo se calentara y más cuando notó como Baran la miraba por el retrovisor con disimulo.

—¡Quiero que todo salga perfecto! —exclamó Bárbara de pronto una vez habían estacionado la camioneta dentro de la casa de los Echeverría. —Así que te comportas Khata. —volteó la cabeza en su dirección y la joven sólo asintió con una sonrisa sarcástica.

La trataba como una niña, una niña malcriada que en cualquier momento la haría pasar una vergüenza.
Baran por su lado solo soltó un suspiro pesado y le abrió la puerta a su madre con caballerosidad, ella por su parte se apresuró abrir la suya para no tener que encontrarlo.
Tres hombres y una elegante mujer esperaban en la enorme puerta de la casa. Era muy bonita, no era tan grande como la hacienda, pero si lo suficiente para vivir al rededor de dos familias sin pelea alguna.
Se acercaron a ellos con pasos firmes y una muy emocionada Bárbara, Rosio agarró el brazo de Baran más éste se lo soltó con disimulo, Khata soltó una risa ante el acto que rápidamente borró al llegar frente a la familia.

—¡Buenas noches! —la voz de Bárbara rompió el silencio que se había formado una vez llegado a encontrarse todos juntos.
Todos se habían quedado en silencio, un silencio muy incómodo, que solo se rompió cuando Rosio soltó una fuerte risa.

—Pareciera que te les escapaste Khatita. —soltó con sarcasmo. —¿Son familia acaso?

—¡Rosio! —dijo Bárbara con tono molesta.

Eso sí era difícil de creer, ¿Bárbara llamándole la atención a su sobrina querida? Si que era una sorpresa. Sin embargo, el comentarios de Rosio no estaba del todo erróneo.
Una leve tensión de había formado por unos segundos que rápidamente desapareció cuando toda la familia sonrió en su dirección, no había rastro alguno de molestia. Y al detallar sus rasgos se dió cuenta de algo muy notable: mismos ojos olivos, cabellos castaño, cejas pobladas y piel pecosa. Sí, eran muy similares, pero no era algo de que sorprenderse, solo era una curiosa coincidencia.

—Pues pasen para que estemos comodos. —dijo el hombre mayor con una amplia sonrisa. —Soy Keith Echeverría. —les tendió su mano a cada uno de ellos con amabilidad. —Ellos son mis hijos  Gabriel, Kaleb y mi adorada esposa Celeste.

Los presentó a todos con una dulzura en su voz que para nada contrastaba con el porte que tenía. No se veía mayor de 50, quizá tenía más edad pero se conservaba muy bien. Los otros dos hombres, al parecer sus hijos, con edades al rededor de veinte y veinte dos, se veían similares a Baran o algo menos. Lo que sí tenía totalmente claro es que en el pueblo se volverían locas al verlos, eran muy guapos la verdad. Y ella, la esposa; se veía una mujer muy linda, joven y sus rasgos eran totalmente diferentes a los hombres. Definitivamente eran la copia de su padre y a ella parecía no molestarle.
Una vez dentro de la casa cruzaron el vestíbulo hasta una grandiosa y sofisticada sala de estar. La espaciosa casa tenía cristaleras que iban del suelo al techo, cubiertas por unas impresionantes cortinas de seda de un tono vino que contrastaba perfectamente con la iluminación. Desde los ventanales se veía el amplio jardín. Los suelos eran de madera noble, clara, adornados con alguna alfombra persa, y las paredes estaban pintadas de color claro ampliando mucho más el lugar. Todo era muy moderno y ella parecía ser la única fascinada con la decoración ya que todos conversaban de los más normal mientras ella admiraba cada detalle.

Khata ©Where stories live. Discover now