Capitulo 9

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Capitulo 9

El día lo pasó tranquilo mayormente ignorando a sus compañeras y a los jóvenes que se le acercaban solo para intentar acostarse con ella, porque era inteligente, Khata era muy inteligente en realidad. Jamás la habían visto con algún pretendiente, jamás le habían conocido a alguien que intentar acercarse a ella con intenciones amorosas. El pueblo era pequeño pero la boca era muy grande, eso sería lo que Barbara necesitaría para deshacerse de ella por completo. Tal vez eso era lo que le molestaba, tal vez siempre tuvo miedo de lo que le estaba pasando, tal vez siempre sabía lo que podía pasar entre su hijo y ella y por eso la quería lejos.

Estar paranoica la hacía pensar en eso, la hacía creer que todos sabían lo que estaban haciendo, aunque no fuera así.

Baran, en qué momento se metió tanto dentro de ella, en qué momento empezó a necesitarlo, en qué momento necesitaba su olor, sus manos, su tacto. ¿Estaría pensandola? ¿Así como ella lo hacía? Quería verlo, necesitaba verlo. Se moría porque la tocará, porque volviera a besar.
Estaba mal, demasiado porque de momento quería alejarse para siempre y al segundo quería correr a sus brazos. Quizás era por el hecho de que todo eso era nuevo para ella y sencillamente quería más, quería que le mostrará todo lo que desconocía. Ese acto la emocionaba.

—Khata. —una voz un tanto escandalosa llamó su atención cuando entró a la casa.
—¿Cómo estás, primita?

La castaña sonrió, una sonrisa muy falsa pero no le importaba, Rosio nunca había sido de su agrado y el sentimiento era mutuo, no sé mentiría, algo quería en ese momento.

—¿Qué te trae por aquí? —dijo dejando su mochila a un lado del amplio sofá en la sala.

El rojo perfecto de sus labios la dejó muy fascinada, Rosio era guapa, y lo sabía.

—Tia Barbi dijo que me quedara a cenar con ustedes, debo acompañar a Baran está pasando por momentos difíciles.

Su nombre lo soltó con una lentitud digna de una película erótica, casi un susurro, preciso para que su mente volviera a pensar en él y querer verlo con más ganas que antes.

—¿Me imagino también acompañaras a Acassia? —era un reclamo o eso le pareció. —Digo, también es tu prima querida y también está pasando por momentos difíciles.

La mujer frente a ella sonrió coqueta, y deslizó con mucha delicadeza su cartera lejos de su brazo. Estaba apunto de soltar algo que la molestaría, lo sabía, debía prepararse.

—Es que Baran necesita, tú sabes. —rió. —Bueno no sé en realidad si sepas, estás muy niña aún.

En lugar de molestarle el comentario la hizo reír, reír con gracia, demasiada, aunque sólo duró un minuto ya que la idea de ella y de Baran juntos la incómodo. Pero, ¿Por qué sabía que hablar de él la molestaría?
Se negó a pensar demasiado en ello.

—Baran es tu primo, deberías tener un poco de cuidado con lo que dices.

Una sonrisa obtuvo de respuesta.

—Primos muy lejanos en realidad. —miró el reloj en su muñeca. —Ha de estar por llegar, tenía asuntos con una distribución de lácteos. —la miró con una muestra de fingida sorpresa. —Lo sé porque me comentó, es un hombre tan ocupado ahora, pero muy atento conmigo te lo aseguro.

El asco que sintió al escucharla hablar así era imposible de disimular. Su cara le gritó más de una de las cosas que pensaba en ese momento y todo, por él. Se volvería loca si seguía así. Todo empeoró al verlo entrar un segundo después de que Rosio terminara de hablar. Tan perfecto, tan apuesto, imponente. Así era él, se hacía notar y de qué manera, pensó.

Khata ©Where stories live. Discover now