Capitulo 8

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Capitulo 8

Se despegaron con rapidez mirándose fijamente, con sus respiraciones agitadas, sus ojos expresivos y sus labios húmedos por lo recién compartido. Baran no soltaba su cintura,  la presionaba con delicadeza en su sitio. Respiró el aroma de su cabello y todo en la joven se calentó, quería seguir pero debían parar.

—Tu madre ha llegado. —dijo con la respiración agitada.

Baran asintió lentamente mirando sus labios. Khata estaba agitada y sonrojada, pidiéndole a gritos que no parará y él se moría por continuar.
La volvió a besar, está vez más rápido y con más pasión. Tomó su rostro con una de sus manos presionando sus bocas una vez más. Todo en ella pedía más, y él se veía que estaba dispuesto a dárselo. Sus lenguas de encontraron segundo después y era indescriptible lo que sintieron, estaban cayendo, juntos, a un poso sin fondo. Imposible salir de ahí.

—Baran, —susurró separándose un poco. —debemos parar, tu madre. —dijo en medio del beso. —Nos pueden ver.

Se alejó unos milímetros, y solo un par de segundos para luego volver a unir su boca a la de ella. Khata puso sus manos en su pecho con intenciones de empujarlo lejos de ella, pero le fue imposible, ya que no quería hacerlo.

—Debemos hablar. —dijo soltandola con lentitud una lentitud que dolía, lo veía en su rostro. —Debemos hablar de todo esto Khata.

La joven asintió. No sabía que era lo que debían hablar, pero, necesitaba huir de él en ese momento, sino no pararía con eso que estaba creciendo en su interior.
Ahora más que nunca debía detenerse, Barbara estaba en la hacienda, todo cambiaría en ese momento, lo sabía, y debía prepararse.
Estaba mal, no podía alejarse, no quería hacerlo. Lo peor de todo era no saber que hacer, no poder hablar con nadie sobre ello porque la juzgarán sin compasión y estarían en lo correcto al hacerlo.
Se estaba metiendo con su hermano, no había explicación, no había excusa, solo la realidad de lo que estaba haciendo. Lo cual por décima vez se repetía lo mismo; estaba loca.

Salió del lugar seguida por él, demasiado cerca pensó más no le dijo nada ya que no la incomodaba, al contrario, le gustaba. Sentían la tensión entre ambos, la atracción y las ganas de continuar lo que habían empezado, pero no podían, era más que obvio.
Unos segundos de silencio pasó antes de que los ojos de ella mirarán al hombre a su lado, respiró hondo al hacerlo.
Entendía la obsesión de muchas mujeres en el pueblo al tenerlo ahí mirándola con ojos deseosos, a ella, solamente a ella.
Respiró hondo teniendo intenciones de irse a su habitación más la cara perfectamente maquillada de Barbara la intervino antes de hacerlo.

—¡Hijo mío! —había corrido a abrazarlo con fuerza. —Te extrañe tanto.

El perfume intacto, como si recién se hubiera puesto. Maletas inmensas que se veían eran nuevas, joyas la decoraban, y su cabello estaba recién pintado. Khata sintió tanta tristeza ese hecho. Si Barbara era materialista, pero acababa de perder a su esposo, esperaba verla decaída y sin ánimo de nada, al contrario parecía como si su ida hubiera sido de vacaciones.
Acassia la envolvió en un abrazo al verla tomandola por sorpresa. Ella sí se veía diferente.

—¿Cómo estás hermana? —le preguntó en un susurro. —Disculpame que me haya ido, es solo que.. es difícil. —le costó decir.

Khata asintió, los ojos celestes de Acassia no mentían, estaba mal, muy mal.
Su hermana era tan parecida a Barbara respecto a su físico, pero nada que ver con su personalidad. Acassia era bondadosa, amable y siempre se comportó como una hermana para ella, muy en contra de lo que su madre le prohibía.

—Lo sé. —respondió dándole una sonrisa. —Es difícil para todos. —dijo con dulzura.

La rubia asintió con los ojos llenos de tristeza.

Khata ©Where stories live. Discover now