Capítulo 4

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Capítulo 4

  Ese sentimiento de soledad, de espera, de tristeza. Diferentes pero tan iguales. No entendía la manía de las personas en hacerlos notar para con ella. Sí, era incomodo. Más que incomodo, era patético. Lástima y celos, para nada eran sentimientos similares, sin embargo ella podía notarlo en muchos de los presentes.
Sí, vivía en un pueblo. Un pueblo en dónde todo se conocía, donde nada era secreto y donde las personas eran crueles sin pretender serlo o en ocasiones; con todas las intenciones. Khata sentía tanta presión. Algo similar a una prisión, y no entendía el por qué. Siempre se lo había preguntado. Tal vez, eran los pecados heredados. Su madre había cometido errores que ella estaba pagando y, aparentemente, no tenía derecho de quejarse, más bien como decía Barbara tenía que agradecer y callar. Su pecho se cerró al recordar a su padre. Él era tan bueno, tan diferente, era su lugar seguro. Y ahora ya no estaba, se había quedado sola, sola de verdad.

—Khata. —volteó con rapidez la cabeza  al escuchar su nombre repetidas veces. —¿Quieres decir algo?

La profesora Míriam la miraba con una clara muestra de incomodidad a su poca atención a la clase.

—Lo siento. —dijo para luego negar levemente con la cabeza.

La profesora no hizo más que un asentimiento para voltear nuevamente al pizarrón. Sintió un par de risas al fondo pero lo ignoró. Tal vez así pasaría rápido el cotilleo.

Era una escuela pequeña, la única en realidad. En el pueblo, poco eran las personas que querían prepararse académicamente. La gran mayoría se dedicaba al ganado o el cultivo de las haciendas grandes y por eso no era prioridad el estudio. Por ese hecho era aún más fácil conocerse entre sí. Aunque no siempre salía del todo bien.

—Baran está definitivo en la hacienda. —Escuchó un susurro a su espalda con coqueteo. Paola, era un año mayor que ella, pero creía que por ese hecho era superior a todos. Era linda, muy linda. De rasgos finos, cabello ondulado y muy bien cuidado. Su familia era importante y contaba con buena economía. Y sí, tristemente era muy malcriada por esos factores. —Me imaginó que buscará una esposa pronto y ahí estaré yo.
Una risa más fuerte se escuchó luego de eso.
—Ni caso te va hacer. —dijo otra de sus compañeras a su espalda. —Su matrimonio será acordado y mi papá era uno de los mejores amigos del señor Brandon. Tengo más oportunidad.
Paola soltó carcajadas aún más fuertes.
—No aportas nada a los Sandemetrio.

Khata respiraba hondo ante lo escuchado. Se concentraba en mirar su cuaderno en blanco sin ninguna clase de expresión. No era nuevo escuchar esos comentarios, pero sabía que ahora serían más frecuentes.

—Silencio niñas. —Se escuchó la voz de la profesora en un segundo. —Antes de buscar marido deberían saber que es un triangulo escaleno. —risas sin gracia se escucharon ante eso.
Bien, todo estaba bien mientras ella no fuera el centro de atención.
—A Baran no le importara si no lo sé. —dijo Paola con fingida dulzura. —¿Tu que crees, cuñadita?

Ok. Estaba empezando a molestarse. Mucho en realidad. Respiró hondo mientras contaba internamente hasta diez. Si no respondía no seguiría pensó. Quería estar tranquila, que terminará todo rápido.

—Ella no es tu cuñadita. —dijo de pronto Mariana, la mejor amiga de Paola.

Aunque para tener esas amigas preferiría mil veces quedarse sola en un desierto.
Paola, sonrió levemente. Sintió como se acercaba a su cuerpo con lentitud y Khata sólo era capaz de apretar los puños respirando hondo.
Debía tranquilizarse. Tenía que evitar problemas.

—Cierto. —sintió la voz irritante en su espalda. —Khata es más la caridad de la hacienda. —Carcajadas se escucharon en menos de un segundo. —La recogida. Cuando Baran sea mio le diré que la corra.

Khata ©Where stories live. Discover now