Capitulo 17

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Capitulo 17

Acassia se soltó de su agarre sintiendo como las lágrimas salían de su rostro sin poder evitarlo. Estaba actuando de una manera irreconocible y eso en lugar de tranquilizarla la estaba preocupando de gran manera. Sentía que Khata estaba en peligro y ahora que su padre no estaba ella era la única que podía defenderla.

—¡Estás loco! —gritó golpeando su pecho mientras la mandíbula del hombre se endurecía de la rabia. —¡Siempre la has odiado y ahora no se qué pretendes hacerle!

La puerta del despacho se abrió haciendo que una Bárbara muy molesta entrara y ambos se quedarán estáticos en su sitio. La mirada de Baran era fuego total mientras que la de Acassia estaba empañada por las lágrimas, lágrimas de total impotencia.

—¿Pero que les pasa? —dijo su madre abanicandose con una de sus manos mientras se sentaba en una de las sillas del lugar, ignorando completamente a su hija la cual no paraba de llorar con rabia.  —Hasta en la sala se escuchan sus gritos.

Baran solo fue capaz de lanzarle una mirada de advertencia a su hermana, una mirada que ella jamás pensó ver en él. Acassia ante ello solo pudo huir del lugar con el cuerpo temblando.

—Madre... —dijo el hombre tratando de controlarse. —No estoy de humor tengo mucho trabajo acumulado. —caminó con pasos seguros y puños apretados a su escritorio.

La mujer lo miró fijamente con una amplia sonrisa en su rostro y con su maquillaje intacto.

—Entiendo hijo. —utilizaba ese tono que él conocía muy bien. Mirándolo con esos ojos que solo lo miraban a él: con admiración. Baran era su orgullo, su hijo predilecto y ella no se preocupaba por ocultarlo. —Solo vengo a pedirte algo de dinero necesito comprarme algunas cosas que me hacen falta. —el hombre asintió sin verla a la cara para pasarle con rapidez una tarjeta y algo de efectivo. —Te amo tanto hijo mío.

Le aseguró levantándose se la silla para retirarse con pasos seguros haciendo sonar sus tacones en el acto.
Baran por su parte no le hizo demasiado caso ya que no podía dejar de pensar en lo que fuera que estuviera pasando por la cabeza de Acassia en ese momento, cosa que para nada le convenía.

(***)

Khata se despertó esa mañana con su corazón palpitando muy rápido y sus manos temblando. Trataba de calmar su respiración agitada y de poner en paz sus pensamientos. Lo había soñado, y no precisamente el sueño que se podía contar en alguna charla familiar.
Sus piernas temblaban y en su interior el fuego crecía de tal manera que sus mejillas estaban calientes por lo que sentía. Estaba enloqueciendo.
Corrió al baño a darse una ducha tratando de calmar la sensación de su cuerpo. Justo cuando se había decidido a dejar lo que sea que tenían le pasaba eso, su mente le estaba jugando una mala broma, una de muy mal gusto.

Salió de la ducha minutos despues con la mente un poco más clara, pero aún así sentía las manos de Baran sobre su cuerpo calentandola con rapidez. Sacudió su cabeza en un intento de borrar esos pensamientos, se apresuró a colocarse el uniforme, se arregló un poco y con pasos rápidos salió de la hacienda sin despedirse de nadie. Debía alejarse del lugar lo más pronto posible y aunque la escuela no era la mejor opción era lo único que le quedaba.

—Suerte que ví tu mensaje antes de salir de mi casa. —había dicho su amiga con una sonrisa dejando un jugo de naranja y un sándwich sobre su escritorio.

Por la huida se había olvidado desayunar y su estómago comenzaba hacérselo notar.

—Gracias, Bianca. —dijo a la vez que comía con rapidez antes de que la profesora entrara al aula.

Su amiga se sentó a su lado minutos después.

—Miren, come como la propia muerta de hambre. —la voz sonó a sus espaldas acompañada de unas risas fingidas. —¿Estás recordando tus años de vagabunda?

Khata ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora