Capitulo 7

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Capitulo 7

  El sol se colaba por las ventanas, avisándole así que ya había amanecido. Indicandole que sería un día muy caluroso. Khata meditó toda lo noche lo que había pasado, y solo tenía una opción: evitar a Baran. Era su única salida, si quería seguir con su vida debía hacerlo. Por mucho que quisiera correr a verlo, por mucho que deseara besarlo, por más que imaginaba sus manos acariciándola; tenía que parar.
Pidió perdón, había pecado. No sabía si su pecado entraría en alguno de los infiernos según Dante Alighieri, pero sí sabía que debía de pagar por ello.
De todas las personas, se fijó en él precisamente, le pareció una broma, una broma que debía de olvidar rápido, porque si no se volvería completamente loca.

Había salido de su habitación mucho antes de que una de las muchachas le avisarán que estaba el desayuno listo. Él estaría ahí, solamente estarían ellos dos en la mesa y lo menos que quería era volver a estar a solas con él, no volvería a caer.
La hacienda se sentía en silencio, mucho silencio. Sin embargo había mucha gente en ella, para nada estaba el lugar vacío. Es decir todos los empleados estaban ahí, haciendo sus cosas como de costumbre, solo que; en silencio, demasiado silencio.

—¿Te escondes de alguien?

Una voz a sus espaldas la hizo saltar en su sitio. Estaba en un muro mirando fijamente la cocina esperando que Clarita una de las cocineras saliera de ella para que pudiera entrar.

—Marcelo me asustaste. —comentó colocando una mano en su pecho controlando la respiración.

El recién nombrado negó mientras le pasaba una manzana que tenía en la mano. Khata la tomó agradecida, a veces estaba justo y presisamente con lo que necesitaba.

—Si te escondes de Baran te sugiero que te esfuerces un poco más.

Marcelo le sonrió, ella le devolvió la sonrisa, una sonrisa sincera. Si que la conocía demasiado.
Al verlo tan fijamente un recuerdo voló a su memoria en un segundo.

—Baran te golpeó. —soltó de pronto recordando el acontecimiento del hospital.

La respuesta de golpe hizo que Marcelo sonriera más ampliamente.
Ese gesto la dejó sorprendida. De todo se reía ese chico, pensó.

—Se más específica por favor, Baran siempre me ha golpeado. —dijo como si nada.

Cosa que era totalmente cierto, pero en esta ocasión era algo peor de lo que hablaba.

—En el hospital, después de lo de mi padre. —le costó decir y él pudo notarlo.

Asintió recordando. Si que lo había golpeado, lo recordaba muy bien. Ya que de todas los golpizas que le había dado desde que tenía uso de razón esa fue la que más daño le dejó. No pudo levantarse de la cama durante todo el día siguiente y su madre no paraba de gritar por ese hecho. Gritar más no reclamar, como tantas veces lo había hecho.

—Lo recuerdo. —sonrió, una sonrisa un poco torcida. —Es muy... especial contigo.

Khata trató, de verdad que trató, pero no pudo. No cuando lo que menos quería era recordarlo a él y a ella juntos. Eso no era ser especial, Marcelo no tenía la culpa de nada y él solo se estaba desquitando su rabia con él.

—Es agresivo. —sentenció mordiendo su manzana. —Y eso no está bien, no tenía porque pegarte. Le reclamaré. —comentó lo último no muy segura.

—No me quejo.

Khata abrió los ojos con asombro haciendo que este acto dejara fascinado al muchacho frente a ella.

—¿Cómo puedes decir eso? —preguntó incrédula. —Te golpeó sin razón.

Marcelo negó con la cabeza mirando el interior de la cocina desde su posición.

Khata ©Where stories live. Discover now