Capítulo 24

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Capítulo 24

Se dice que las cosas imposible no siempre son las más difíciles, quizás sí eran las que más tardaban en llegar, pero no las más complicadas.

Era cierto, si ambos cerraban los ojos y olvidaban de donde venían tendrían las respuestas claras de lo que querían hacer: estar juntos. Sin duda alguna, se pertenecían y ninguno de los dos estaba dispuesto a perderse.

Khata se miraba en el espejo sin creer nada de lo que estaba pasando, es que, ¿Cómo ceeerlo? hace semanas atrás se odiaban como si no hubiera un mañana y ahora tenía a Baran sentado en el colchón mirándola como si de una maravilla se tratara.

—Estás hermosa. —dijo el hombre con una amplia sonrisa mientras esperaba paciente que la joven terminará de arreglarse.

Se había rizado el pelo y se había hecho una media coleta recogida, dejándose algunos mechones enmarcándole el rostro. Tenía levemente un poco de maquillaje de todo lo que Baran le había comprado el día anterior y unos aretes de perlas pequeñas que combinaban completamente con su vesrido.

Era un sedoso vestido nuevo, verde esmeralda, de manga larga y escote reservado, corto hasta la mitad del muslo y suelto en la parte baja. Aparte le había comprado unas sandalias altas que resaltaba sus piernas de una manera que a Baran lo estaba volviendo loco.

—¿Has hablado con Acassia o con tu madre? —preguntó colocándose un poco de brillo labial e ignorando completamente el halago antes recibido, pero aunque sus mejillas enrojecidas hablaron por ella en todo momento.

Baran se levantó para caminar con pasos seguros en su dirección y tomarla por la cintura en un tierno abrazo.

—Sí y todo está en orden. —le dejó un delicado beso en el cuello a tiempo que olía su piel en el proceso.

Khata sintió como su piel se ponía caliente con su toque de inmediato. Era muy sorprendente el poder que tenía sobre ella sólo con un toque o una mirada de su parte.

—Si es así podemos ir a comer con tranquilidad.

Baran asintió a la vez que Khata levantaba la cara para darle un beso corto y con ella agarrada de su brazo la guió hasta el restaurante entre risas y bromas sin gracias que hacían en el caamino.

Esta vez el lugar elegido era una cafetería cerca del hotel con una hermosa decoración ambiental de flores de cerezo y tulipanes de colores.

—Es precioso. —comentó Khata una vez tomaba asiento frente a él. —No tenía ni idea de que existían estos lugares tan bonitos.

Él sonrió ante su entusiasmo.

—Eso es porque no has salido mucho del pueblo y por eso quiero que conozcas esta ciudad lo más posible. —la dulzura no dejaba su mirada en ningún momento. —Te aseguro que no será la única vez que estaremos aquí.

Le tomó la mano sobre la mesa con delicadeza y Khata no paraba de sonreír, jamás había sonreído tanto a decir verdad.

—Es inmensa no creo que nos de el tiempo para conocerla toda.

El mesero llegó con la carta en ese momento haciendo sin quererlo que la joven sintiera nervios por pensar en que pudiera decir algo por verlos agarrados de la mano. No los conocía para nada lo sabía muy bien, sin embargo era algo que no podía controlar. Ordenaron con rapidez sin repazar mucho las opciones a decir verdad.

—Tengo algo para ti. —se apresuró hablar Baran luego de ver la leve incomodidad de Khata.

—Baran, el viaje es un regalo muy bonito aparte de todo lo que me has comprado

Khata ©Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon