1. Deseo sepultado

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Primer arco:
El regreso de un amor pasado.


Sentado en el marco de la ventana, sin esperar nada nuevo de las vistas, Megumi observó el repetitivo reflejo del frondoso paisaje de las montañas. Se trataba de un extenso territorio de vida animal y vegetal que cubría todo el pueblo hasta acabar en un hermoso valle. Si Megumi caminaba una hora a pie, podía llegar al río que guiaba a dicho valle, siendo esta, la única manera de escapar del pueblo sin que su familia lo supiera. Pero Megumi todavía era muy joven para saberlo: con dieciséis años y las hormonas ejerciendo más trabajo del que deberían, su mente se distraía con trivialidades de la vida, entre ellas, el guapo trabajador sin camisa en la entrada de su hogar.

El chico era un jardinero contratado por el padre de Megumi para arreglar las flores en el frente de la casa; en esos momentos, se encargaba de apilar con esfuerzo unos sacos con tierra sobre su espalda, para seguidamente subirlos en la parte trasera de una camioneta. Megumi, sacando provecho de la situación, se dió el lujo de observar cada rincón del corpulento y sensual cuerpo: apreciando la figura del chico con la delgada camiseta empapada en sudor pegada a la piel, sin ningún tipo de pudor, Megumi pensó que era un pretendiente perfecto para una revolcada. Solo logró calmarse cuando el joven jardinero se subió devuelta en la camioneta para marcharse del lugar, como si nunca hubiera estado ahí.

Decepcionado, Megumi dibujo una mueca en el rostro y cambio de posición en el marco de la ventana. El aburrimiento volvió a golpear su cuerpo, y con un amargó suspiró, se preguntó si acaso el amor tocaría a su puerta alguna vez, o simplemente estaba condenado a una vida como solterón con gatos y hundido en el alcohol, hasta estaba considerando convertirse en escritor y narrar su patética vida amorosa en un libro.

Al poco tiempo, otros pensamientos invadieron su cabeza, unos un poco más serios e importantes: debía adelantar la investigación con Yuji, esa que los mantenía ocupados desde hace meses. Pero el idiota de su amigo estaba demasiado distraído —por no decir hipnotizado— con su novio como para prestarle algo de atención. Megumi resopló cuál niño mimado al que le habían arrebatado su dulce favorito, y luego acarició el mechón rebelde que sutilmente caía por su frente.

Esa mañana, para la clase de francés, el diario local había anunciado otro asesinato en aquel pueblucho de mala muerte. Esta vez, se había tratado de una chica de veinticinco años que era conocida en el pueblo por fabricar ropa textil: una joven común y corriente, que de momento no había dado nuevos indicios a los policiales locales. El diario, por otro lado, había rebelado que su cuerpo había sido dividido en partes y enterrado en las afueras del pueblo, encontrado solamente con la ayuda de los caninos de los agentes de investigación.

Megumi, frunció el entrecejo en lo que su vista volvió a perderse en la ventana. No conocía a la chica, pero temía que sus últimos pensamientos fueran los mismos que los de todos en el pueblo: «¿Dónde está la familia Zen'in cuando se le necesita?», la familia más poderosa del pueblo, ante estas tragedias, se cruzaba de brazos sin hacer nada. El resoplido frustrado que se escapó de sus labios no paso desapercibido para la persona que acababa de entrar a su cuarto: Tsumiki, su hermana mayor, le ganaba en edad por solo dos años, pero su actitud demostraba la de una madre que rodea los treinta.

—La comida esta lista —anunció la chica, con la voz hastiada—, nuestro padre dará a conocer del caso de la costurera, así que no tardes en bajar.

Tsumiki tomaba una actitud desafiante al punto de endurecer la voz cuando se trataba de Megumi, pero él sabía la verdad de ella; muchas veces la había escuchado en los pasillos de la escuela o encerrada en la habitación hablando con extraños chicos por teléfono, y en todas esas ocasiones, jamás la había oído elevar la voz más de lo necesario, hasta se podía comparar con un dulce e indefenso gatito. En otras palabras, a su hermana se le caían las bragas por cualquier chico guapo que le siguiera la corriente, volviéndose una persona sumisa casi irreconocible a su verdadera personalidad hostil.

Missing my loverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora