25. Ven y dámelo

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En medio de la noche, solo llama a mi nombre, soy tuyo para domesticar




La noche paso de ser algo eterno a durar tan solo un segundo, o al menos de esa manera lo había sentido Megumi entre los brazos de Sukuna.

Las pesadillas no lo perturbaron esta vez y pese a que el sol matutino le había jugado una mala pasada al despertar, Megumi quería pensar que había sido una buena siesta. El lugar al que habían llegado tras viajar toda la noche en el yate era sin dudas extraño: una especie de muelle privado en una zona rural, aislada y pérdida en el valle de las montañas.

Se trataba de una residencia grande y lujosa, muy apropiada para la casa de un viejo millonario. Sukuna le había explicado a Megumi que el dueño era un "conocido" que los ayudaría a escapar en uno de sus vehículos, pero Megumi no le había prestado mucha atención en esa plática, pues había estado demasiado embelesado con las bonitas avionetas estacionadas cerca de la pista de aterrizaje junto a la construcción, y es que ¿quién demonios tenía tantas avionetas solo para él? Pero lo que más le llamo la atención, fue el espectacular jet de color blanco aparcado a las afueras de un moderno garaje.

Para cuando bajaron del yate, Megumi caminó por el muelle con Sukuna a su izquierda. El castaño traía las manos en los bolsillos y no se devolvió a verlo en ningún momento, su seriedad era un poco inoportuna, por no decir extraña, pues hace tan solo unos minutos habían estado muy melosos en el interior del yate. Megumi, casi al instante, supo que algo andaba mal, y confirmo sus sospechas cuando Sukuna abrió la boca para hablar:

—Mientras estemos aquí y otras personas nos estén viendo, no podemos actuar como si... fuésemos pareja, ¿entendiste?

— ¿Qué? —preguntó Megumi, sorprendido e indignado—. Pero creí que era un conocido tuyo...

—Los conocidos son solo eso, una fuente de ayuda a la cual deberás devolverle el favor en algún momento, y si no lo haces buscaran algo para usarlo en tu contra —explicó Sukuna—. Mi mayor debilidad en estos momentos tiene unos hermosos ojos verdes y un temperamento del asco, así que espero que cooperes un poco.

Megumi hizo una mueca con los labios para después rodar los ojos. No sabía si Sukuna buscaba alagarlo o ofenderlo con eso, o si quizás se trataba de ambos, estaba demasiado enfadado como para detenerse a pensarlo. ¿De verdad Sukuna era tan descarado como para pedirle que fingiera que no tenían "algo"? Lo peor es que ni siquiera podía decir con seguridad la palabra "novios" porque en ningún momento lo habían formalizado, solo se trataba de una extraña relación que en algun momento había comenzado a surgir. Pese a todo lo habían pasado, Megumi seguia teniendo esa confusión por culpa de Sukuna.

—Como quieras —respondió Megumi, tajante.

Sukuna dibujo una mueca en el rostro y no volvió a hablar hasta que estuvieron en el interior de la casa. El salón principal tenía una aura de gente rica casi comparable con la de la mansión Zen'in, solo que esta tenía un estilo más moderno y con menos formalidad. Megumi observó a su alrededor casi aliviado de estar en un lugar acojedor y, porque no decirlo, familiar. Sin embargo, su comodidad no duro más tiempo de lo necesario, cuando se topó con la imagen de un extraño hombre sentado en la mesa de la elegante cocina.

El sujeto estaba bebiendo un trago mientras charlaba con alguien por teléfono, pero tras notar la presencia de Sukuna entranto en la habitación, colgó la llamada. Megumi, quien apareció por detras de Sukuna, prefirió obervar desde lejos. El supuesto "conocido" de Sukuna era un hombre que debia rodear los cuarenta y algo años, de baja estatura y que carecía de cabello, pero lo que más llamaba la atención de él, era el parche en el lado izquierdo de su ojo.

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⏰ Last updated: Apr 16, 2022 ⏰

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