10. El mensaje de la nieve

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«Me digo a mi mismo, que no te extrañe en lo absoluto»





— ¡Quien lo atrapa, se lo queda!

El grito de Nobara no había pasado desapercibido para los estudiantes que transitaban en el pasillo, quienes observaron curiosos como Toge corría con rapidez para atajar el paquete de galletas que Nobara había lanzado en el aire. Una vez Toge toco el suelo, Maki hizo una expresión de triunfo y el resto de los estudiantes aplaudieron para después continuar con su camino.

— ¡No es justo, Toge estaba más cerca! —exclamó Yuji, quien también había intentado atajar el paquete de galletas.

—Que mal perdedor eres —le dijo Nobara levantando uno de sus dedos—, especifique claramente, quien lo atrapa primero, se lo queda.

— ¡Pero son mis favoritas! —reclamó Yuji—, ¡lo hiciste apropósito, bruja del demonio!

—No seas dramático, Itadori, ve a la tienda a comprarte unas —le respondió Nobara mirándose las uñas.

—Olvide la billetera en casa —dijo el castaño junto a un puchero.

Yuji resopló poniéndose de pie, pero antes de lograr hacerlo una deliciosa galleta con relleno de chocolate se había asomado frente a él: Toge le sonrió de lado mientras que Yuji aceptaba la galleta con una expresión de agradecimiento y felicidad total.

— ¡Toge, eres demasiado bueno para este mundo! —dijo Nobara fingiendo limpiarse una lágrima.

Antes de que Toge pudiera decir algo, la escurridiza mano de Maki le había quitado una galleta de la envoltura, y con una sonrisa traviesa la chica devoro el dulce; ganando unos reclamos fastidiosos de Yuji y Nobara, pero la Zen'in simplemente los ignoro riendo muy fuerte. Megumi, caminando junto a ellos, rodó los ojos, aburrido.

Ya habían pasado varios días desde lo ocurrido con el dichoso plan en la guarida de los Kamo: pese a que el grupo había querido ver toda la información lo antes posible, esta se encontraba muy desordenada para hacerlo, por lo que habían tardado más tiempo del necesario en organizar todas las fotografías y documentos.

Ahora el Club de Ocultismo se dirigía a la azotea de la escuela porque Nobara necesitaba «algo de aire fresco» y Maki no tenía ganas de estar encerrada en un día tan lindo como el de ahora. Risas y carcajadas, eso eran los amigos de Megumi, charlando de estupideces y pasando el rato. Megumi se sintió mal, pensando que quizás debía estar disfrutando con ellos en vez de lamentarse por su amor no correspondido en la soledad de sus pensamientos, quizás debía estar haciendo muchas cosas más, vivir, por ejemplo.

—Nada —dijo Nobara ya en la azotea—, en las fotografías que saque no encontré nada, solo boletas y cosas así, la mayoría relacionada con dinero fraudulento.

—Ya veo —le contesto Maki, en lo que echaba ojo a las fotografías—, ¿qué tal les fue con la computadora?

—Bueno, hoy me quede hasta tarde revisando y creo que encontré algo grande —contó Yuji— Denme unos segundos.

El castaño tecleó hábilmente en su laptop, sentado de piernas cruzadas y apoyado en la malla de seguridad de la azotea. Nobara movía los pies de un lado a otro, ansiosa, mientras sujetaba a Maki del brazo. A los pocos segundos, Yuji abrió una carpeta misteriosa, donde aparecieron varios documentos.

—Lo mismo que Nobara, contactos y mensajes sobre venta y compras de drogas, entre otros, además de gastos caros, muy caros —explicó Yuji—. Quien iba a pensar que Suguru Geto se gana la vida de lujo en el extranjero.

— ¿Es todo?

Pero Yuji negó con la cabeza, y lo que se vio reflejado en la pantalla del aparato impresiono a todo el grupo.

Missing my loverWhere stories live. Discover now