15. Solo tus besos

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«Y ahora, mientras pueda, te sostendré con ambas manos, porque creo que no hay nada que necesite más que a ti»




Megumi abrió lentamente los ojos, y de inmediato, un pinchazo doloroso hizo presión en su cabeza.

Dejo salir un quejido, mientras estiraba el cuerpo adolorido sobre las sabanas de aquella suave superficie donde estaba recostado, pensando en lo fatal que era el mundo de la resaca. Al mismo tiempo, los recuerdos de la noche anterior llegaron a su mente como una enorme roca cayendo sobre su cabeza, Megumi se incorporó de golpe, solo para darse cuenta de que estaba en la comodidad de su habitación.

No sabia cuándo ni cómo llego hasta ahí, pero tenía una leve sospecha de quien podía ser el causante. Bajo la mirada a sí mismo, percatándose de que tenia puesto una muda de ropa limpia y que su boca olía a dentífrico y no a desagradable alcohol como esperaba ser.

Se llevo una mano a la frente, era obvio que él no había sido quien cambio su ropa, y para Megumi era muy vergonzoso imaginarse a Sukuna trayéndolo a casa, desvistiéndolo y acicalándolo, incluso después de lo sucedido entre ellos antes de que perdiera la conciencia en la fiesta. 

Y es que en primer lugar, ¿De verdad había hecho eso con Sukuna? ¡Quería morir! ¿Cómo es que se había atrevido a provocarlo? ¿Acaso había perdido el último de sus tornillos? Pese a que en ningún momento pasaron de la tercera base, jamás creyó que Sukuna aceptaría hacer ese tipo de cosas con otro hombre, mucho menos con él, su cabeza daba vueltas de solo pensarlo.

Megumi libero el aire de los pulmones en un suspiro, y sin querer, apretó las piernas contra las sabanas al revivir los recuerdos de la noche anterior. Sin lugar a dudas la sensación de tener a Sukuna había sido increíble, y gracias a esto su corazón se convirtió en una mezcla de felicidad, inseguridad, alegría, miedo y... esperanza.

¿Podía ser posible? ¿Qué Sukuna correspondiera sus sentimientos? Después de tantos años esperándolo y de verlo desde lejos con admiración, ¿Finalmente lograría convencerlo? ¿No era una broma cruel del hombre de variados tatuajes? ¿Es que acaso quería matarlo de incertidumbre?

Mientras Megumi se cuestionaba mentalmente, otra roca cayó sobre su cabeza, una más grande y pesada que la anterior, una que lo hizo bajar la mirada entristecido. Megumi seguía sin saber que tanto estaba relacionado Sukuna con los Kamo. Luego de la revelación que obtuvo gracias al robo de información de la computadora de Suguru, era muy probable que la pandilla fuese la responsable de las desdichas del pueblo.

Eso convertiría a Sukuna en un criminal, en un encubridor, en un maldito por convivir con los asesinos de Junpei. Megumi trago saliva con fuerza. ¿Podría ser verdad? Sukuna pese al radical cambio que tuvo desde que regreso de Londres y lo mal que lo trató, sabia que el hombre jamás sería capaz de arrebatarle la vida a alguien, mucho menos de actuar con frialdad luego de hacerlo o guardar el secreto para proteger a uno de esos desgraciados pandilleros.

Era... inhumano, de solo pensarlo le entraban ganas de vomitar.

Conocía a Sukuna, aquel niño de bonitos y resplandecientes ojos marrones, que al topártelos siempre encontrarías una sonrisa en su rostro infantil. Ese era Sukuna, un alma noble y carismática, un chico que quería ser el mejor jugador de béisbol de la historia. Aquel que respetaba la vida al punto de darse el tiempo para sepultar el cadáver de un pájaro en el jardín, pese a que muchos simplemente lo hubiesen ignorado. Aquel que le aseguraba que su madre se encontraba en un buen lugar. Si, ese era el Sukuna que Megumi recordaba.

Pero si el hombre continuaba siendo el mismo, entonces ¿Por qué frecuenta a una pandilla que se encargaba de hacer daño y lastimar a gente inocente? ¿Por qué se relacionaba con ellos pese a que tiene todas las opciones de no hacerlo? ¿Cuál es su vínculo con ellos? ¿Quiénes son en realidad los Kamo?

Missing my loverHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin