8. Un plan ingenioso

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«Algunos quieren usarte, algunos quieren ser utilizados por ti»





—Esto es una locura —se dijo Megumi a sí mismo.

Megumi había sentido la enorme necesidad de salir corriendo, pero retractarse a esas alturas no era algo digno de un Zen'in, ni de él mismo, así que había tenido que resignarse a aceptar su decisión con un pesado suspiro.

Las dos semanas previas al plan, el equipo de investigación de Megumi se la paso estudiando cada comportamiento de los Kamo: siguiendo todos los pasos que daba la banda incluso los pequeños, si algún miembro de la pandilla mostraba una actitud extraña, ellos lo sabrían, si alguien iba a cierto lugar, ellos lo sabrían, y si intentaban pasarse de listos, ellos también lo sabrían.

En el transcurso, el Club de Ocultismo había descubierto varias cosas, entre algunas: que la pandilla solía reunirse en un mismo lugar todos los días, que Yuta pasaba más tiempo del que debería con ellos y que cada miembro mostraba una fidelidad firme hacia su líder, Suguru Geto. Otros asuntos que habían presenciado, se relacionaban más con la venta de drogas, dinero sucio, e incluso los habían visto acosando a la gente del pueblo. Pero nada que fuera de utilidad para determinar una conexión con los casos de las víctimas.

De momento, había dos datos cruciales para la ejecución del plan de Megumi, el primero: la base de los Kamo estaba ubicada en la casa de Suguru, la cual se encontraba en uno de los barrios peligrosos del pueblo, donde la policía no llegaba demasiado. El segundo: Suguru Geto, el líder de la pandilla Kamo, salía de la casa de dos veces por semana, nadie sabía a dónde se dirigía, mucho menos sus intenciones, pero siempre tomaba el mismo carro negro y desaparecía del lugar.

En los días de ausencia de Geto, Yuta tomaba el control de la pandilla siendo en cierto sentido el "segundo al mando". Algo bastante extraño para Megumi, ¿por qué Yuta estaba tan relacionado con esa gente?, ¿será por dinero?, ¿drogas?, ¿amistad?

Megumi no respondería esas preguntas sin hacer nada, por lo que armándose de valor, se dignó a tocar la puerta de la base Kamo, cinco horas después de que su líder Geto la abandonara tras subirse al carro negro. En aquellos momentos, Megumi Fushiguro se encontraba esperando a que alguien abriera la puerta: por las ventanas, podía ver a las personas ebrias y drogadas bailando al compás de la música que provenía de ahí dentro; dándole a Megumi revoltijos en el estómago.

Entonces, uno de los hombres de la pandilla abrió la puerta: tenía la apariencia de un luchador de sumo, de cuerpo grande y ojos achinados, con tatuajes mal hechos como si recién hubiera salido de la cárcel. El tipo le dedico una mala mirada a Megumi, analizándolo de arriba a abajo.

— ¿Qué quieres imbécil? —le preguntó el pandillero.

—Busco a Yuta —contestó Megumi, rápido y simple.

— ¿Yuta? —cuestionó el hombre, extrañado—. Está ocupado, vuelve luego.

—Es urgente.

El pandillero con apariencia de luchador de sumo, vaciló un par de segundos, pero tras formar una sonrisa divertida en el rostro, acabo por dejar entrar a Megumi.

—Bien, ve a buscarlo tú mismo —le dijo el sujeto, con la voz áspera producto del tabaco.

Megumi asintió despacio, adentrándose en el interior de la casa sin volverle a prestar atención al tipo. Con las manos en los bolsillos y la capucha cubriéndole la cabeza, Megumi camino por la oscuridad de la pista intentando pasar desapercibido, el olor a cigarro y otras drogas lo estaban mareando, al igual que el sofocante calor en el ambiente.

Missing my loverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora