Capítulo 34.

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Sabía que no debió dejar que la situación avanzara, pero fue muy tarde cuando quiso reaccionar, ahora la tenía hasta el fondo, en medio de la autopista y con muy pocas ganas de parar.

--- Debemos...

--- Shh --- la interrumpió su colega con un siseo sobre la piel de sus pechos --- Nos debemos esto.

Una estocada más y un gemido más.

Ella estaba a horcajadas sobre Daniel brindandole una muy erótica vista a través del retrovisor mientras lo cabalgaba.

El empuño todo el cabello que pudo en su palma y tiró fuertemente de el, poniéndola a ver el techo de la patrulla mientras arremetía contra ella sin contemplación.

La follaba con hambre, como si quisiera  comérsela y sacarle hasta última respiración, pero como no, si habían sido años teniéndole ganas.

Lucía no se quedaba atrás, había marcado toda la piel de sus brazos a arañazos, los cuales tardarían días en sanar, sin mencionar que después de sanos dejarían marcas, y serían un vivo recuerdo de lo que estaba pasando allí.

--- Dios --- gimió al borde de la locura.

Muchas veces se había preguntado como lo tenía su compañero, pero se quedó corta a la hora de imaginárselo, no se lo había imaginado ni la mitad de grande, de lo que en realidad lo tenía.

También muy lejos en su subconsciente estaba aquella cara angelical y cabellera negra, sin embargo ese recuerdo se hacía más lejos con cada estocada.

Sabía que tenía compromisos, pero no quería, ni iba a parar.

En un movimiento rápido Daniel la puso en cuatro, se preguntaba como tenía tanta agilidad en un espacio tan reducido, parecía que tenía mucha experiencias haciéndolo en coches.

Su mente quedo en blanco cuando se la metió con agresividad.

Para su suerte estaba vergonzosamente mojada, sino, eso miembro había causado serios problemas allá bajo.

Otro orgasmo se apoderó de su cuerpo haciéndola contraerse a su alrededor, se había corrido cinco veces y él aun seguía como un roble con ganas de dejarla desecha.





Era la escena mas cursi que había visto, pero no podía negar que también era reconfortante. Esa parte suya que solo pensaba en Maggi, estaba feliz de saber que ella no se iría estando mal con su padre, se alegraba de que hayan hablado y de que todo estuviera bien.

Dentro de lo que cabe.

Decidió quedarse donde estaba y no interrumpir el momento, aunque no tenían tiempo, sabía que ella necesitaba eso por más que tratara de hacerse la fuerte.

Le hubiese gustado hacer lo mismo, hablar con sus padres, abrazarlos y despedirse de ellos, pero por razones obvias no podía, todo era un caos que trataba de controlar, una bomba que trataba que no explotara en su cara, no podía meter mas personas en toda esa mierda, era suficiente con Maggi.

Le alegraba que ella estuviera bien con su padre después de todo lo que había pasado.

Por fin la pelinegra se alejó del hombre y después de unos segundos él salió de las penumbras dirigiendo sus pasos hacia ellos.

--- Debemos irnos --- dijo viendo la mochila que el metro sesenta llevaba en la espalda --- Hemos perdido mucho tiempo ya.

--- Ya estoy lista --- aseguró ella, para después mirar al hombre frente a ellos --- Gracias.

Susurró.

El hombre asintió hacia ambos y el pelirrojo no dudó en tomar la mano de la chica, pero antes de que pudiera dar un paso, una voz los detuvo.

Estocolmo ©Where stories live. Discover now