Capítulo 11.

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Dos meses y nada, no había visto ningún cambio, o por lo menos un gesto diferente de Maggi hacía él.

Y eso le molestaba, no quería creer que estaba haciendo todo aquello para que al final todo haya sido en vano.

Además, ese asunto lo traía irritable y cualquier cosa le hacía explotar. Se encontraba limpiando la pistola que de unas semanas para acá cargada consigo, mientras que Maggi lo observaba desde el lugar donde estaba, aquella arma ya no le daba miedo como el primer día que la había vio y pensó que la usaría para acabar con su vida.

De cierto modo le daba curiosidad ver como él la limpiaba, tampoco tenía tantas cosas que hacer, pero también había algo más que lograba al observarla, y eso era lo qué realmente importaba.

--- Oye --- lo llamó y éste la miró al instante.

--- ¿Qué quieres? --- le preguntó haciéndole notar su molestia.

--- Necesito hacer del uno --- informó y él suspiró con cansancio, colocó la pistola en el lugar donde siempre la cargaba y se puso de pie.

Eso es, pensó Maggi.

Lo vió caminar a su dirección con ese semblante serio que sabía que tenía aún tendiendo el pasamontañas, tenía curiosidad de verlo sin el puesto, ver algo más de su cuerpo, que no fueran sus ojos y su boca, pero también sabía que pedir aquello era como pedir que la dejara ir.

Cuando llegó hasta ella comenzó a desatarla, lo había hecho tanto ya, que era como si se supiera los amarres de memoria. Cuando estuvo suelta de cualquier soga se preparo para agarrarla de brazo, pero entonces todo paso muy rápido.

De un momento a otro Maggi tenía la pistola y le apuntaba con ella.

Había caído dos veces en la misma trampa.

--- No te acerques porque te juro que disparo --- advirtió Maggi con los nervios a flor de piel, aunque trataba de no mostrarlo.

Ellien mientras tanto estaba sorprendido, era muy inteligente y sabía que sí ella permanecía un segundo más con esa arma podría irse todo a la mierda.

--- Baja el arma niña --- dijo burlón --- No sabes utilizarla.

--- ¿Estás seguro de eso? --- preguntó mientras que al mismo tiempo le quitaba el seguro al arma, eso logro que Ellien se sorprendiera aun más. Por eso lo observaba cada que limpiaba la pistola, se había estado aprendiendo cómo manejarla.

Vaya, vaya.

Pero a pesar de lo sorprendido que estaba, no pensaba demostrarlo, no se iba a doblegar ante ella.

--- Entonces hazlo --- la invitó --- Dispara y escapa, eso es lo quieres ¿o me equivoco?

No sabía qué mierda estaba diciendo, pero era lo único que sé le había ocurrido, esperando obviamente que ella hiciera todo lo contrario.

La idea era tentativa para ella, estaban de frente, a solo unos pasos de la persona que la había quitado su libertad, eso era razón suficiente para hacerlo. Su vida no era la más hermosa, pero a él nadie le daba el derecho de retenerla en contra de su voluntad, no le había importado hacerlo, así que que a ella tampoco debía importarle disparar.

Todos esos pensamientos se juntaron en su cabeza y puso su dedo en el gatillo.

¿Tiraría de el? sí, claro que lo haría, tenía que hacerlo.

—- Mirate—- le dijo él con diversión —- estás temblando, no matarías ni a una mosca, no me hagas...

—- Cierra la boca —- gritó ella haciéndolo callar.

Él le hizo caso, después de todo ella era la que tenía el arma, pero no pasó desapercibida la diversión en su mirada, sabía que ella no lo haría, de otro modo ya lo habría hecho sin tanto palabreo.

—- Uy que guapa —- no se corto en decir —- Me das más ternura que otra cosa, déjate de juegos y entrégame la pistola, prometo no hacerte nada.

Lo que escuchó después fue un impacto de bala hacia algún lugar que lo hizo suspirar, mientras la vió sobresaltarse ante su propia acción.

Eso le causó más gracia.

Miro unos segundo adonde había parado la bala, pero casi de inmediato volvía a mirarla.

—- Que no te quede... duda de que puedo dispararte —- dijo mientras trataba de eliminar recuerdos que golpearon involuntariamente su memoria.

Él dandole de comer...
Él curándole el golpe de su cuello...
Sus ojos...

¿Por qué pensaba en eso justo en esos momentos? Estaba mal.

Comenzó a acobardarse y él supo que era momento de actuar, se acercó lentamente a ella hasta que estuvieron frente a frente, y la pistola impactó contra su pecho. Levantó su mano y la puso en el hombro de su brazo derecho, con el que ella sujetaba el arma.

Lentamente fue bajado por su brazo, dejó salir una sonrisa al sentir que la piel de Maggi se erizaba bajo su toque a pesar de tener los guantes puestos, pronto estuvo casi tocando su mano, dónde estaba la pistola.

—- Ambos sabemos que no vas a a disparar —- se inclinó un poco hasta estar cerca de su oído, mientras agarraba el cañón del arma que descansaba en su pecho —- Dame el arma pequeña, no te haré nada.

Aseguró, esta vez en un tono de voz suave, y casi al instante escucho un sonido muy peculiar salir de la boca de ella.

Un leve jadeo.

Poco a poco cedió el control del arma, y él no tardó en ponerla lejos de su alcance, mientras pensaba en que todo ese tiempo creyó que no había avanzado nada, pero la piel aún erizada de Maggi decía todo lo contrario.

Solo hacía falta confirmar, que toda esa locura estaba valiendo la pena.

Ninguno decía nada mientras él iba acorralándola hacía la mesa que estaba a unos cuantos pasos de la silla donde solía estar amarrada, ella retrocedió tanto al punto de toparse con el borde de la mesa, impidiéndole así dar un paso más.

Él se quitó uno de los guantes que llevaba puesto, y ella pudo apreciar su mano solo por unos breves segundo, porque al momento de quitarse el accesorio, puso la mano en el rostro de ella.

Acaricio su mejilla con delicadeza y luego fue acercándose nuevamente a sus labios, iba a besarla y ella no podía negar que deseaba muy en el fondo que lo hiciera. La espera acabó y labios tocaron los de ella, que rápidamente y sin importarle nada correspondido con pasión y deseo, sabía que estaba mal, lo que debía estar haciendo en ese momento, era estar buscando una forma de salir de ahí, pero no, lo estaba besando y lo peor de todo era, que disfrutaba hacerlo.

Por el pasamontañas que él llevaba puesto se les hacía incomodo, aunque eso no les impedía disfrutar de aquel beso, pero quería sentirlo más, por lo que se separó un poco para subir el pasamontañas que él llevaba puesto.

Lo subió hasta que sintió algo hacer presión en sus costillas.

--- No te atrevas a subirlo un centímetro más --- le susurró mientras le hacía sentir la pistola posiciona en sus costillas, pero aquellos centímetros que había podido subir, quedan justo debajo de su nariz y eso era suficiente para ella, sin responderle nada se apoderó nuevamente de sus labios, como muchas veces involuntariamente se había imaginado que lo hacía.

Estaba loca.













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Estocolmo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora