Capítulo 4.

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Vio las manos de Fernando temblar por décima vez, mientras esperaban en aquella esquina oscura, Andru estaba en las mismas, mientras él y Megan permanecían lo más parecido a serenos.

--- Dejen de temblar como un par de gallinas, esto no puede salir mal.--- les regañó Megan --- Parecen niñas asustadas.

Fernando rio con ironía.

--- Discúlpanos experta.— dijo con sarcasmos —, pero jamás en nuestra puta vida habíamos secuestrado a alguien.--- le recordó.

Era el turno de Ellien, él había sido el primero en elegir a la persona, no debió estudiarla demasiado, ya que la conocía sin ni siquiera quererlo, estaban esperándola en una esquina serca del parque donde ella solía pasar su tiempo.

De cierto modo se sintió mal, no merecía pasar por eso, pero para ser sincero y aunque sonara mal, a ella nadie la extrañaría, nunca había visto una figura materna en su hogar, su padre la trataba mal y tampoco tenía muchos amigos. Además, no pretendía matarla, ni hacerle nada, solo iba a ser parte de su experimento.

La vio abandonar el parque y se puso alerta, él y sus amigos tenían pasamontañas, ella no los reconocería, pero no podían descuidarse.

--- Bien chicos, es hora.--- avisó.

La oscuridad del lugar los camuflada, por aquella razón ella no se percató de qué había alguien cuando había pasado serca de aquella esquina, ese fue el momento que Ellien aprovechó, y cubrió su nariz con el pañuelo que contenía cloroformo.

La chica forcejeo desesperada por unos segundos, pero casi al instante calló desmayada en los brazos de él.

Los chicos lo ayudaron a llevarla al coche de Ellien y rápidamente todos se subieron, Megan no sin antes darle un vistazo al alrededor y verificar que no hubiera nadie.

Ellien con la adrenalina a mil manejaba al lugar donde iban a llevarla, mientras Andru y Fernando iban en la parte trasera vigilándola. Y Megan iba atrás en el coche de Fernando.

Cuando llegaron al lugar, rápidamente bajaron y ayudaron a bajar a Maggi, así fue como les había dicho Ellien que se llamaba.

La entraron al lugar y la ataron a la silla lo suficientemente fuerte para que no se soltara.

--- Fue más fácil de lo que pensé --- expresó Megan en un suspiro, viendo a la chica amarrada en la silla aún desmayada.

--- Debemos irnos --- habló Andru aún nervioso, no podía creer que lo había hecho --- Antes de que despierte, buena suerte Ellien.

Él asintió.

Se apresuró a ir a la salida del lugar mientras Megan y Fernando lo seguían.

Al sentir la soledad del lugar se quedó de pies, tal cual estaba, observándola, ella era mas bajita de lo que recordaba. La contemplate por unos minutos más, pero luego decidió sentarse, ella no despertaría en un buen rato.


(.*.*.*.*.)

Poco a poco comenzó a abrir los ojos, no recordaba haberse quedado dormida, ni siquiera haber llegado a su casa. Intento mover sus brazos, pero no pudo, al contrario algo los mantenía fijos en un lugar, bajo la mirada y estos estaban atados a ambos costados de una silla, intento con sus piernas y tampoco.

Lo mismo.

--- ¿Qué mierda? --- la confusión fue notable en la voz de Maggi y como un fugas relámpago llegaron los recuerdos de manera arrolladora a su mente, no podía ser cierto, debía ser una broma.

Ellien la observaba desde las sombras, poco a poco fue saliendo haciendo notar su presencia, aún con su pasamontañas puesto y vestido completamente de negro, eso a Maggi le erizo la piel.

Él permanecía tranquilo, mostrándose intimidante, y al parecer lo estaba logrando, pudo ver temor en los ojos de la chica.

Ella miró la intimidante figura que tenía en frente, la ropa que llevaba puesta era oscura y desde su posición parecía de unos dos metros de altura, sin mencionar los fríos que se veían esos ojos electrizantes a través del pasamontañas.

--- ¿Quién..eres? --- quizás sea estupida la pregunta, pero en ese momento estaba muy asustada.

No podía pensar con claridad.

Escucho la aterradora risa que salió del hombre y tragó grueso.

--- No sé por qué siempre preguntan eso --- Maggi podría jurar que la frialdad de su voz caló por cada poro de su piel. ¿Por qué preguntaban eso? ¿Acaso solía hacer aquello? --- Eso no importa.

Ellien la vio temblar y pudo notar la estaba asustando, aunque nunca se había considerado esa clase de persona.

--- Si...quieres...dinero, mátame ...de una vez, porque no... tengo un centavo --- avisó tratando de mostrarse segura  --- Y mi familia, en vez de pagar un rescate, te agradecerá por haberme desaparecido de su vida.

--- Suelen decir eso también, pero no, no quiero dinero.

--- ¿Entonces que quieres? --- volvió a preguntar desesperada, su respuesta no podía ser siempre negativa --- No hay nada que pueda darte.

Claro que lo hay, pensó él.

--- No quiero nada.

Maggi lo miró extrañeza y desespero a partes iguales ¿Qué significaba eso exactamente? Debía agradecer o llorar por aquellas tranquilas y al mismo tiempo extrañas palabras.

--- No tiene sentido, ¿Por qué haces esto entonces?¿Por diversión? —- se escuchó sollozar, aun sin pretenderlo.

Ellien tenso la mandíbula y imito una casi inapreciable sonrisa. Era más inteligente de lo que creyó.

--- Te lo repito nuevamente, eso no te importa, procura no hablar mucho, las personas habladoras me estresan y no te gustaría saber que hago con ellas --- dicho esto desapareció nuevamente entre la oscuridad.

A Maggi se le engranujaron los vellos del cuerpo al escuchar aquella evidente amenaza. Conservaba la esperanza de que aquella situación fuese una broma, pero para ser sincera, no creía que hubiese gente por ahí bromeando con eso.

--- No me dejes aquí --- gritó, pero no obtuvo respuesta --- Por favor, no me dejes aquí.

Volvió a gritar sin éxito.

Entonces comenzó a llorar con desespero, siempre había querido desaparecer, pero no de esa forma, aunque su casa fuese un infierno, la prefería mil veces, ¿Por qué le pasaba todo lo malo a ella? ¿Por que la vida parecía odiarla?

Y como siempre, se desahogaba de la única forma que conocía. Llorando, aunque odiara hacerlo.

Deja de lloriquear Maggi, con eso no resolverás nada, se dijo a si misma deseando ser fuerte.

Se hizo caso y se limpió las lagrima con el hombro como pudo. Miró el alrededor buscando algo que pudiera servirle para escapar, pero no hallo nada.

Después de gritar por horas se dio cuenta de que aquella se había ido, y aún sin conocer donde estaba, sabía que la había llevado lo suficientemente lejos para que nadie pudiera encontrarla.

Dejó de gritar y casi al instante dejo caer su cuerpo por completo en la silla.

Le hubiese gustado creer que su padre la echaría de menos y con el paso de las horas se preocupara, eso harían otros padres, pero ella conocía al suyo y él no era de esos. 

Ni siquiera podía llamarlo padre.





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Estocolmo ©Where stories live. Discover now