Su tutor

63K 4.2K 13.5K
                                    

SU TUTOR
*.*.*

Capítulo antes llamado: TRAGAME TIERRA.

(Disfrútenlo, hermosas)

Nastya.

Me duele todo.

El cuerpo me pesaba, la cadera me incomodaba y el ardor en la entrepierna terminó removiéndome bajo las sabanas, quedando de espaldas al colchón y con la mirada adormilada clavada en el techo donde los rayos del sol alumbraban.

Una descarga eléctrica me estremeció cuando lo sucedido anoche se proyectó como película erótica en mi cabeza.

Él besándome y enterrándose en mí, y yo gimiendo fascinada con la dureza de su miembro y la rudeza de sus embestidas llevándome al séptimo cielo con el mejor de los orgasmos que sobrepasaba cualquier fantasía.

¡Oh maldición! Empujé la espalda fuera del colchón y aparté las sabanas de mi cuerpo para dejar mis piernas a la vista. La cara interna de mis muslos estaba enrojecida, pero lo que aumentó el temblor en mi cuerpo era la prenda interior que ocultaba mi parte intima. Ni siquiera la tomé para revisar lo que quizás estaría más afectado que mis muslos, no hacía falta mirarme o tocarme porque cada partícula de mi cuerpo estaba consciente de lo que sucedió, de lo que hicimos los dos aquí, en este cuarto y sobre este mismo colchón y contra el cabecero.

Soñé que tuve sexo con él en esta cama, y de repente..., de verdad había ocurrido. Me acosté con Keith Alekseev, me acosté con el prometido de esa mujer. ¿Cómo fue que sucedió?, ¿cómo dejé que pasara? ¿Ahora qué voy a hacer?

La moral me abofeteó y sentí el pánico desequilibrarme la respiración. Lo único que sabía era que aun sin iluminación en el cuarto, supe que era él en el colchón. Su calor, su aroma, su roce, su estructura, el agarre en el mentón y esos largos labios hundiéndose contra los míos, lo reconocí todo. No entendía por qué ni cómo, pero estaba tan excitada con lo que hicimos en el sueño que tenerlo sobre mí, escucharlo y sentirlo besándome con esa profundidad, fue como si otra yo saliera a flote, extasiada, lujuriosa, deseosa de que el sueño se hiciera una maldita realidad y fuera tomada por él.

Cualquier otra chica hubiera salido asustada de escuchar a un hombre trepar sobre el colchón, pero yo... no recordé al experimento Cero Siete Negro, tampoco recordé a la coronel. Ni siquiera recordé mi embarazo.

Y para colmo me gustó, olvidé todo y lo disfruté, ¿eso en qué me convertía?

En una zorra, y la amante de una noche.

Restregué las manos al rostro y me despeiné con desespero, no entendía qué me sucedió, en serio que no, no sabía que hacia él aquí ni como entró, ni tampoco el por qué eso no me importó más que el deseo de tenerlo encima de mí, fallándome con esa bestialidad. Jesús. Es que sonaba todo tan absurdo y ridículo, como un muy mal chiste.

Fueron sus feromonas. Sabía muy poco acerca de ellas y su efecto, pero era lo único que podría tener explicación. Eso dijeron las chicas, y eso fue lo que me impidió pensar con claridad anoche, hundiéndome el subconsciente y ¡demonios!, lo peor de todo era que lo disfruté, lo disfruté tanto que terminé soltando tonterías, creyendo que así apartaría la culpa de que él llevaba un anillo en su anular.

Deslicé mi cuerpo al borde de la cama para incorporarme, la incomodidad en mi sexo me apretó los labios y arrastré aire entre dientes a causa del ardor deslizándose en el interior. No era insoportable, pero podía sentir como las paredes me palpitaban y se contraída con el recuerdo de su tamaño, con el recuerdo de sus deslices salvajes y rotundos embistiéndome con pinchazos de placer que me reventaron las neuronas. Recordaba estar tan mojada que me avergoncé que tal grosor saliera y entrara de mi con casi facilidad. No podía creerlo, tampoco el placer que sentí.

Experimento Corazón negro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora