Lo sé todo, Nastya

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LO SÉ TODO, NASTYA

(Disfruten el drama)

Nastya.

Las aletas de su nariz se expandieron, la mirada endurecida y sus labios fruncido me amargaron con el sentimiento más irritante de todos, el cual me confirmaba que hasta ella sabía quién era él.

Siempre supo que era Siete. Me vieron toda la cara de tonta el día del interrogatorio y aún peor él, confié en él, le hice mis preguntas y poco le importó dejarme enredada en un cumulo de preguntas interminables.

—También recordé a la mujer de su misma área, a Jennifer y al bebé — añadí enseguida, y sin darle tiempo a decir algo seguí: —, y al hombre que llegó con ellas al área en la que nos resguardamos.

De Richard recordé muy poco. Aquella vez Siete me daba sexo oral en la ducha, hasta que los gritos de ellos entrando al área negra con una monstruosidad persiguiéndolos, nos detuvieron. Fue él quien me dio los condones, me aconsejó utilizarlos y me dijo que tuviera cuidado con Siete.

Era extraño que cuando lo vi, le tuviera miedo. Pero ahora que recordaba su rostro, sabía que lo había visto algunas veces en la base.

¿Por qué era él el único que no se acercaba a mí?

—¿Es el mismo Richard que mencionaron en el interrogatorio? —recordé que ella habló de un nombre similar, probablemente era él—, o, ¿no?

Contrajo su entrecejo y asintió como respuesta. Aunque era confuso que solo lo mencionaran a él y a Siete a excepción de Seis y la niña, esta última resultó alegrar muchos de mis días en el área negra, por lo tanto, era importante para mí y ni siquiera me preguntaron por ella.

—El mismo— aclaró, y el modo en que me analizaba era como si sospechara que le ocultaba algo—. Así que recordaste a Siete.

¿Eso es lo que más le interesa saber?

—No fue difícil hacerlo —sostuve como si no fuera gran cosa.

Eso la dejó confundida. No iba a mostrar mis sentimientos, no mostraría el interés que tuve por él. No la dejaría ver que lo sucedió en el pasillo llegó a lastimarme al punto que me carcomían los celos, pudriéndome los órganos.

—Entonces...—torció sus labios en una ladina sonrisa que no sabría describir si era de extrañeza o qué—, ¿sabes quién es él ahora mismo?, ¿puedes reconocerlo?

Fingí extender la parte derecha de mis labios en una sonrisa burlona.

—Unas lentillas y un nombre humano no podrían ocultarlo— respondí, pero lo cierto era que, aun cuando recordé esa escalofriante mirada, sus pobladas cejas, sus carnosos labios, el calor de su cuerpo, el toque de sus manos y su ancha espalda, me costó saber que eran la misma persona, hasta esta mañana cuando el velo fue arrancado de mis ojos.

—Tienes razón—Esta vez la torcedura se volvió maliciosa en tanto se llevaba la mano con la sortija a rozar su mentón. Me lo está encarando—. ¿Desde hace cuánto sabes quién?

—Desde esta mañana, pero, ¿eso importa? —pregunté en una exhalación corta—. Lo que no entiendo es el teatro que se armaron en el interrogatorio. Tú preguntándome por Siete como si fuera importante que lo recordara, y él actuando como si no fuera ese experimento, ¿con qué objetivo? ¿Por qué ocultármelo?

—Teníamos nuestras razones y todavía las tenemos— recalcó dejando en claro que no me explicaría sus motivos—. ¿Te molesta que te ocultáramos su identidad?

Experimento Corazón negro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora