No cualquier hombre

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NO CUALQUIER HOMBRE
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(Capítulo con contenido adulto explicito, si no gustas de estas escenas no recomiendo leerla)

Hola bellos experimentitos, por favor lean la nota final, es importante, puede sorprenderlos.

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Si pudiera describir lo que Siete construía y destruía de mí en este momento, no habría suficientes palabras para explicarlo.

La manera en que esa carnosa y húmeda boca se había apoderado de la mía con una desesperación tan frenética, me dejó desarmada y tan arrebatada de mis sentidos y de lo que me rodeaba, que hasta la última fibra de mi existencia gimió, fascinada por la bestialidad de Siete. Degustaba mis labios como si el sabor fuera una locura desmedida para él.

Un manjar. Algo que quisiera disfrutar en solo un bocado y no volver a probarlo jamás.

Y no supe en qué momento cerré los párpados y me entregué a ese delirio tan maravilloso sin siquiera tratar de luchar.

Menos supe en qué momento mis manos se habían decidido a deslizar por lo largo de su torso tensionado, acariciando a detalle cada musculo hasta sus pectorales, esos que retuvieron una respiración, tensándose. Subí más mis dedos sobre sus anchos hombros para rodear su ancho cuello, hundiendo mis crispados dedos en lo profundo esa sedosa cabellera y apretar su raíz con brusquedad. De lo único que me di cuenta, en tanto sentía mi corazón azotando con locura mi pecho, fue en mis labios abriéndose para corresponderle con la misma fiereza. Con la misma desesperación y el mismo deseo de descubrir algo de lo que quizás nos arrepentiríamos después.

O traté de corresponderle así, porque su boca se movía tan brusco que por momentos mis labios fallaban y tropezaban sobre los suyos sin saber cómo seguir sus movimientos, incluso haciendo que por un instante nuestros dientes chocaran incómodamente.

Él pareció darse cuenta de ello, cuando enseguida lo sentí disminuyendo —apenas — la velocidad con la que me devoraba, pero sin dejar de besarme tan rotundo y pronunciado.

Las maldiciones que mi alma soltó en forma de espasmos tan desquiciantes tras sentir como nuestros labios se cerraban perfectamente en besos voraces y entrañables, no se compararon a la maldición que exprimió hasta el último músculo de mi humedecido vientre. Y es que su brazo en mi espalda, terminó por rodear mi cintura para apretarme más a la tibieza de su cuerpo, haciéndome rodear su torso con mis piernas para sentir ese endurecido bulto chocar contra la desnuda entrada de una dulce y tortuosa manera tan inesperada, que me hizo añicos con crueles palpitaciones oprimiendo y volviendo agua mis piernas.

Y jadeé estremecida, necesitada, sedienta: un jadeo que quedó amortiguado ante aquel gruñido ronco tan inesperado escapando de esa carnosa boca para ser ahogado en el interior de la mía.

Ese había sido un sonido tan delirante y tan malditamente excitante, que mi cuerpo lo saboreó hasta la última gota, presionando mis pantorrillas contra su endurecido trasero con la necesitad de sentirlo presionarse más.

Esa mano aferrada a la curva de mi espalda desnuda se apartó y me tomó de la nuca, hundiendo sus dedos largos en la raíz de mi cabeza, para ladear mi rostro con el único propósito de que nuestras bocas se hundieran más y esa lengua tan húmeda y cálida se adentrara sin permiso alguno al interior de mi cueva bucal para colonizar cada rincón de forma tan exquisita como si fuera suyo.

Gemí como si aquello hubiese sido la sensación más alucinante de todas. Y con la respiración tan desbocada al igual que la suya, sentí como cada rincón de mi cuerpo se derretía ante esa larga extremidad— más larga que una lengua humana— lujuriosamente se insinuaba sobre la mía, tentándola a despertar. Y vaya que lo hizo. Mi lengua se movió sobre la suya para danzar y saborear la perdición que sus insinuaciones húmedas y cálidas producían al colonizar mi boca.

Experimento Corazón negro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora