Alekseev

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ALEKSEEV

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(Al fin hay actualización, espero que les guste el drama, las amo)

Siete.

—Se-señorito Alekseev, tengo q-que cortar la llamada. M-me comunicaré con usted en cuanto..., ¡Señorit...!

La curva en mis labios se ensanchó arrugándome la comisura con irritación, Sarah no terminó de hablar cortando la llamada. Su desespero y nerviosismo repentino no podían ser más evidente, algo ocurrió.

—¡Genial, solo esto nos faltaba! Ivanova dejó caer los documentos sobre la mesa de reuniones, —. La internet invadida de temas sobre la explosión en la planta eléctrica y del ataque de monstruosidades en Kolomna, Anna y Esteban rehusándose a hablar sin un abogado, el ultimo USB está contaminado de virus, los contratos de los trabajadores hechos pedazos y apenas podemos leerlos con adhesivos en todos lados.

Hizo una pausa, trepándose encima de la madera para acomodarse en el espacio entre mis piernas.

—Por si fuera poco, los reclutadores externos del laboratorio están siendo asesinados y ahora la única que puede testificar de los hechos pierde la memoria, ¿qué más podría pasar?

Ignoré su queja y el tacón de su calzado recargándose sobre el brasero de mi silla. Poco me importaba si de toda la evidencia que recaudé solo les restara un USB que terminó siendo contaminado por un infiltrado y el cual estaba siendo trabajado por el General y otros humanos, la noticia de Sarah y el modo en que colgó me tenían preso.

Mejor le sería a la humana no cometer otro error con las ordenes que le di, suficiente tuve con escucharla decir que Nastya despertaría en un par de días. 5 días esperé a que sucediera, solo eso pudieron darme al aceptar la posición que Materano ofreció con tal de conocer la evidencia total y lo que querrían hacer con la humana.

Coloqué el móvil de Ivanova en la mesa cuadrangular y tomé el mío, abriendo la aplicación que me conectaba a las cámaras que situé en zonas de la base y pasé de imagen a imagen en busca de la que me brindaría escenas del almacén en el que dejé a Nastya a su cuidado.

Dejarla en la enfermería del edificio en el que dormían todos sería arriesgado, y terminé ocultándola en uno de los almacenes de armamento colocando cámaras que Sarah ni otro humano sabía de su existencia.

— Si realmente perdió la memoria, lo cambiará todo. Al Ministro y al General no les gustará saber esto menos lo van a creer, es demasiado sospechoso —suspiró, restregándose sus rizos—. Es decir, es su segundo nombre, ¿cómo es posible que lo recuerde?, ¿no sospechar?

La pantalla se agrandó mostrándome el cuarto de almacenamiento que se amuebló con las maquinas medicas necesarias para atenderla, regresé el tiempo calculando el momento en que Sarah me llamó.

— ¿Qué haces?

Detuve la imagen en la que el curvilíneo cuerpo de la humana recostada en la cama apareció y dejé correr la escena, observando cómo se removía bajo la delgada sabana que apenas la cubría. Sus parpados se extendieron y la agitación aumentando el tamaño del pecho me obligó a acercar la imagen detallando el exótico color de sus ojos que miraban, somnolientos, el cuarto.

Diez días le costó despertar y tuvo que hacerlo cuando me encontraba lejos de ella,
cuando la dejé tan frágil e indefensa a la mira de quienes querrían todavía lastimarla si sospechaban de quién era o la reconocían.

Como si las cosas no fueran suficientes, resultó perder la memoria. Sarah nos advirtió sobre esto, los golpes en el cráneo producirían problemas en ella, pero no imaginé que sucedería lo que menos convenia. «Mejor le sería que no se olvidara de mí, porque no estoy haciendo esto para que al llegar no reconociera al hombre que la hizo y seguirá haciendo suya hasta llenarla de mí.»

Experimento Corazón negro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora