—¿Tú la amas?
—Por supuesto —repliqué—. De otro modo no estaría con ella, ¿no amas tu a tu esposo?
—Nunca he estado con nadie a quien no quiera.
—¿Entonces qué es lo que te molesta, Nathali?
—Yo estaba casada antes que tú ¡eso es lo que pasa! —argumentó—. Y ahora tú me pones condiciones para verme, antes nos veíamos sin tantos términos.
—Que rápido olvidas. —Sonreí—. Te espere más de un año, tú y tus promesas de dejar a tu esposo nunca se cumplieron, ¿¡ahora de qué te quejas!?
Me había empezado a enojar, pues ella envidiaba mi relación cuando yo siempre acepté la suya.
—Raymon, espero que tomes una decisión pronto si quieres volver a verme —me advirtió—. o la dejas o la dejas.
—¿Tú dejarás a tu marido? —Le clavé los ojos encima y ella volteó la mirada.
—Son cosas distintas —declaró—. Estás avisado.
Tomó su bolso y se marchó del motel.