borrecho

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La puerta suena varias veces; alguien está tocando con timidez, como quien sabe que sólo puede entrar si lo dejan.

—¿¡Tú!? No me sorprende que especialmente tú, estés aquí, aún así, eres todo un caso, puto borracho.
—Ya no lo estoy —dice mientras esquiva su mirada por la vergüenza—. Perdona, no se que me pasó anoche.
—Anoche... la noche anterior y todas; todas las noches es lo mismo contigo. No puedo más con esta situación, Carlos.
—Marian te prometo que iré a terapia.
—Con esa promesa me hiciste casarme contigo, pero jamás hiciste nada para mejorar.
—Mira, déjame entrar ya, tu sabes que en dos días se cumple el
pago de la casa, ¿Vas a volver a casa de tus padres? Solo abre esa puerta y deja el drama.

Marian abre la puerta, dejando entrar a Carlos, mientras cae de sus ojos una lagrima.

—Tranquila, amor, no lo volveré a hacer, ¿Qué hay de cenar? Espero que tengas algo listo, ya sabes que irrita que la cena este tarde.

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