Capítulo 18: Esperanza

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En la tarde de ese mismo día, la familia Kageyama volvía a su hogar. El viaje en auto fue en silencio, uno muy tenso para ellos y por lo que parece, va a ser así por mucho tiempo.

El azabache se encontraba con la cabeza apoyada en la ventana del vehículo, con sus ojos viendo los edificios. Sus padres cruzaban miradas de preocupación y angustia por la complicada situación en la que se encontraban.

Al llegar a la casa todo era completamente igual que en ese corto viaje. Ambos adultos con algo de inseguridad, se acercaron a la silla en donde estaba sentado su hijo desde que llegaron y comenzaron a hacerles pequeñas preguntas que cualquier padre haría en su posición.

Pero nada, solo era silencio. Kageyama tenía desviada la mirada pero no fijada en un punto en específico, sino que estaba perdida. Sus penetrantes ojos azules ya no tenían brillo, se podía ver un profundo vacío en ellos.

No contestaba ninguna pregunta, ni siquiera podían estar seguros de si los estaba escuchando. Rendidos después de muchos intentos, decidieron que lo mejor seria esperar un tiempo y cuando el más alto quiera hablar, estarían ahí para escucharlo.

Lo hicieron reaccionar un poco, para que fuera capaz de ir a bañarse y cambiarse la ropa cubierta por la sangre seca. Este con pasos lentos lo consiguió, pero se quedó un largo rato bajo la fría lluvia de la ducha, dejando que las gotas se deslizaran por su piel causándole escalofríos.

Su madre le llevó comida a su habitación para que se pudiera alimentar, pero este se negaba en probar un solo bocado. Tenía completamente cerrado su estómago, rechazando cualquier aroma delicioso.


La noche cayó, con un cielo oscuro junto una tenue luz proveniente de la Luna. Kageyama dio varias vueltas en su cama hasta que el cansancio lo venció, cayendo dormido.

Tal vez ese sería el único momento en el que el azabache podría apagar su mente, evitando recordar lo que pasó o rogar que una vez que vuelva a despertar, todo haya sido un mal sueño.

Pero no podría conseguir exactamente lo quería.

Las escenas lo comenzaron a atormentar en su cabeza. Las peleas con Hinata, cuando lo encontró desmayado, su mal aspecto, el momento exacto del accidente, cada uno de esos malditos cortes que vio en el vestuario. Tan lastimado.

Sentía una presión horrible en el pecho que no le permitía respirar de la manera correcta. Empezó a sudar frío y poniéndose cada vez más tenso.

Una imagen aterradora del peli naranja cubierto de sangre lo impactó dejándolo helado. Sus ojos se abrieron sorprendidos por lo que estaba viendo.

Intentó acercarse más hacia él para poder ayudarlo, pero sentía como si cada vez estuviera más y más lejos, hasta que su silueta desapareció entre la oscuridad.

- ¡HINATA!- gritó asustado.

De golpe se sentó en la cama, despertando de manera agitada. Fuertes respiraciones llenaron la oscura habitación y sus manos apretaban fuertemente las sábanas. Mientras tanto, con la mirada recorría todo su alrededor, queriendo encontrar al pequeño, lo cual no fue posible.

El ambiente volvía a estar tenso.

Abrazó sus piernas contra su pecho, apoyando los brazos encima y escondiendo su rostro en ellas. Sus lágrimas comenzaron a caer desesperadamente, sin darle una oportunidad de poder contenerlas.

Era un dolor muy fuerte que lo estaba comiendo por dentro y una gran culpa.

Su cuerpo estaba temblando.

Aʏᴜ́ᴅᴀᴍᴇ...Where stories live. Discover now