Capítulo 2

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—Has pasado una jodida noche en prisión y no sabes quien ha pagado la fianza.— dijo Richard mientras recargaba su peso en su moto—. No me jodas, Christopher.

—¿Estáis seguros de que no fuisteis vosotros?— cuestionó ladeando su cabeza—. Todavía me cuesta creerlo.

—No, ninguno de nosotros ha sido, ni siquiera sabíamos que te pilló la policía.— dijo Zabdiel metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón—. Joder, pensamos que te habías escapado a tiempo.

Christopher chasqueó su lengua negándose a decir la verdadera razón por la que se había quedado plantado. Recordar el golpe de Mimi todavía se sentía doloroso.

—Deberías de ir al cuartel de la policía y ver quien pagó por ti.— murmuró Joel—. ¿No tienes curiosidad?

—Por supuesto que tengo curiosidad, pero si voy al cuartel me darán una patada en el culo.— se quejó frunciendo el ceño.

—Yo puedo ir por ti.— dijo Erick con una sonrisa en los labios—. Pero ya iré por la tarde.

Christopher cedió, no era capaz de entender como alguien que no había sido ninguno de los chicos de CNCO lo había sacado de la cárcel.
Por su mente se pasaron sus padres pero de inmediato descartó esa opción, desde que se habían divorciado ni siquiera le prestaban atención, y eso que ya habían pasado años de eso. La última opción era que alguna chica con la que salió sintiera pena por él, aunque nadie sabía de lo ocurrido anoche...

Encendió un cigarrillo mientras escuchaba a sus amigos hablar, necesitaba algún tipo de distracción. Llevó este a sus labios y esperó unos segundos para expulsar el humo por la boca.

—Y desde ese día no la he vuelto a ver.— terminó Richard de contar su relato—. ¿Debería de llamarla? Ya sé que nunca hacemos eso, pero fue el mejor polvo de mi vida y no tendría problema en repetirlo.

—Llámala.— fue rápido en decir Christopher—. Si no puedes sacártela de la mente es que merece la pena volver a verla.

—¿Lo dices por experiencia?— preguntó Joel burlón—. Que yo sepa nunca repites cama con una misma chica.

—No me jodas, Pimentel.— advirtió señalándolo con su dedo índice, él alzó las manos en señal de paz mientras se reía.

Christopher no hablaba de una chica con la que compartiera cama sino de una que tan solo había visto una vez pero que había escuchado su nombre cientos de veces. No debería de pensar en ella, y si lo hacía debía de ser para buscar la forma en la que se vengaría. Pero no, allí estaba pensando en el buen cuerpo que se cargaba, en la cara tan perfecta que tenía y en esa actitud de calle que le hizo latir el corazón con más fuerza de lo habitual.

—Siento que Vélez está muy pensativo.— dijo Zabdiel centrando su vista en él—. ¿Estás seguro de que todo bien?

—Todo en orden, no tienes nada de que preocuparte.

—Bien, mas te vale que así sea porque esta noche vamos a las carreras clandestinas y no te conviene tener la mente liada, necesitas estar despejado.

—Zabdiel, dije que estoy bien así que tranquilízate.— murmuró dejando caer el cigarrillo y pisando este con su pie.

Pero Zabdiel conocía a su amigo y aunque eso fuera una clara señal de que no quería seguir hablando, él sabía que no todo estaba bien y que había algo que le estaba jodiendo la cabeza. Compartió una mirada cómplice con Erick y este comprendió de inmediato lo que él le estaba pidiendo.

—Chicos, se me hace tarde... Debo de irme.— dijo el ojiverde subiéndose a su moto—. Chris, prometo que iré por la tarde a ver quien es la persona misteriosa que te pagó la fianza.

—Descuida, no malgastes tu tiempo.— dijo él negando con la cabeza.

—Cualquier cosa nos avisas, Erick.— dijo Zabdiel asintiendo.

Él sonrió mientras se despedía con un gesto de mano, se sabía de memoria el camino hasta la comisaría porque ya había estado allí un par de veces y otras tantas había sacado a sus amigos.

Christopher había quedado de verse esa tarde con su tatuador, tenía ganas de hacerse un tatuaje nuevo y ese día le venía bien a ambos. Le había dicho a Joel que se haría un cambio de look pero nadie se esperaba que eso implicara teñirse el pelo de rojo y poner mas tinta en su piel.

—Buenas tardes.— saludó Erick a los policías—. Necesito que me brinden información sobre algo que pasó ayer.

—Díganos, joven, ¿en que podemos serle de ayuda?— cuestionó con amabilidad.

—Mi compañero Christopher pasó aquí la noche, ¿quien ha pagado la fianza?

—Eso hay que mirarlo, era una chica... Muy guapa, si me permite concretar... pero no recuerdo su nombre.

—Por favor, búsquelo.— indicó totalmente interesado.

El oficial asintió ligeramente con la cabeza antes de hacer lo que Erick acababa de pedirle, minutos después lo miró con una sonrisa en los labios.

—Miriam Doblas Muñoz.

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