Capítulo 32 (Final)

170 17 1
                                    


Apretó el gatillo.

El tatuado reaccionó de inmediato, tirándose de nuevo al suelo para cubrir el cuerpo de la indefensa joven.

—Giro inesperado de los acontecimientos, que interesante —se burló él, viendo como la camiseta empezaba a teñirse de rojo por la espalda.

Mimi se asustó. Podía estar enfadado con ella por dejarlo, por enterarse ahora que había besado a otro hombre cuando supuestamente, y aun así recibiría una bala por ella sin siquiera pensárselo dos veces.

—¿Estás bien? —preguntó, mirándola a los ojos. Mimi sollozó, sintiendo como su mundo se caía a pedazos una vez más—. ¿Te ha dado...?

—Te ha dado a ti —lloriqueó, llevando una mano a su espalda y retirándola de allí en cuanto sintió sus dedos humedecerse con la sangre—. Mierda, Christopher, ¿en que estabas pensando?

—En salvarte —susurró, regándole una pequeña sonrisa—. No me perdonaría si algo llega a pasarte y yo podría haberlo evitado.

—Eres idiota... Jodidamente idiota —apoyó su frente con la suya—. Vamos a ir al hospital para que te saquen la bala y se te cure la herida... Te prometo que estarás bien.

—No prometas en vano, rubia —habló Roi, mirándola con diversión—. Es la segunda vez que un hombre la vida por ti, ¿qué mierda tienes?

—Soy encantadora —respondió con sarcasmo—. Guapo, voy a matar a ese hijo de puta, ¿crees que puedes...?

—Si —interrumpió—. Puedo hacer lo que sea, pero por favor, no hagas nada... No dudó en disparadte antes, no dudará en hacerlo ahora.

Mimi le besó la frente y se levantó como pudo, tambaleándose en el proceso y soltando maldiciones por su estado.

—¿Como la ves, compañero? —le preguntó Roi burlón—. Así de colocada se ponía antes como si nada, entiendo que para ti sea difícil verla drogada porque no la has visto así nunca, pero es como regresar unos años en el tiempo. Por el momento bien, después vendrá lo peor, temblará y vomitará, pues son efectos que hay que soportar, sudará en frío y deseará morirse... Su cuerpo solo pedirá que le vuelvan a meter droga, cuanto más fuerte, mejor. Y tú eso no puedes dárselo.

—¿Quieres callarte de una puta vez? —pidió ella, limpiando las lágrimas de sus mejillas con rabia. Zabdiel se acercó con rapidez, le acarició su brazo exterior pidiéndole que estuviese tranquila y después se arrodilló al lado de su amigo, le alzó la camiseta y examinó la herida.

—Es grave... Si no lo llevamos al hospital se nos va.

—Cállate, Zabdiel —pidió él, cerrando los ojos con fuerza—. Estoy bien.

—Si, bien, con una herida de bala y medio desangrado, yo creo que estás fenomenal.

Roi observaba la escena divertida, Mimi aprovechó para ir contra él, tomándolo por sorpresa. Ella también conocía sus puntos débiles, pero al estar drogada no tenía la misma agilidad.

Una bala se disparó, pero por suerte no hirió a nadie. Los chicos se pusieron alerta y Richard corrió con ella para ayudarla, dos siempre tenían más fuerza que uno.

—Eres un hijo de puta —le escupió en la cara cuando Richard lo agarró por atrás, la pistola cayó al suelo mientras este maldecía.

—Mimi, no hagas ninguna tontería...

—No, Mimi, hazlo —rió—. Vamos, coge la puta pistola y dispara, si tienes lo que hay que tener.

—Mimi, no —la débil voz de Christopher hizo que se detuviera—. No eres como él...

—Llevadlo ya al puto hospital, joder.

—¡No! No me voy si no es contigo de mi lado.

Ella suspiró y tras coger la pistola caminó hasta él, sus ojos luchaban por mantenerse abiertos pero cada vez me costaba más. Se dejó caer de rodillas a su lado, sintiendo como las ganas de llorar la golpeaban de nuevo.

—Has perdido mucha sangre...

—Lo sé, es muy probable que no llegue siquiera al hospital —sonrió desganado—. No quiero que te culpes de nada, ¿vale? Yo era consciente de lo que estaba haciendo y lo volvería a hacer mil veces más.

—Christopher, no vas a morirte...

—Me está costando respirar, Mimi, creo que esa bala me llegó al pulmón, yo presiento que si me voy a morir —susurró.

Se inclinó, apoyando su cabeza en su pecho para romperse a llorar allí, mientras él la rodeaba con sus brazos y le susurraba cosas para que se tranquilizase.

—Te amo —lloriqueó—, jamás quise hacerte daño, por eso el otro día dije las cosas que dije, solo quería alejarte de toda esta mierda...

—Ya lo sé, rubia, ya lo sé...

—Nunca fuiste un juego para mi, perdón por no aclarártelo. Si, me besé con Roi, pero no por eso fui después contigo... Las cosas las relató muy mal.

—Mimi...

—No, escúchame —pidió—. No significa nada, lo que siento por ti es más fuerte... Me jodió mucho escucharte decir aquello en otro día, porque tenías razón. Eres lo más bonito que me ha pasado nunca.

—Te dije que te quería, pero en realidad yo también te amo —susurró—. Nos veremos en el infierno, o algo así.

—No, no cierres los ojos... Christopher, te amo, no puedes irte, no puedes dejarme —suplicó entre lágrimas—. Por favor, por favor...

Pero las súplicas no fueron suficientes, sus brazos perdieron la fuerza alrededor de su cuerpo y se descolgaron de allí, haciendo que su llanto se volviese más fuerte.

Se levantó con rabia y apretó la pistola en sus manos antes de acercarse a Roi, con la vista borrosa, golpeó con su rodilla en su estómago y después en su entrepierna, haciéndolo gemir de dolor. Después golpeó con fuerza su mandíbula. Richard entendió que debía de soltarlo y dejarlo caer, así que eso hizo.

—Mataste al amor de vida.

—Quería matarte a ti.

—A mi también me has matado, lo has conseguido.

—¿Y ahora me matarás? Veo que cumples con tus promesas.

—Por supuesto —siseó, sujetando la pistola de la manera correcta, no le temblaron los dedos al apretar el gatillo—. Te has metido con quien no debías.

Tiró la pistola sobre su cuerpo, antes de voltearse, sintiendo todas las miradas sobre ella.

—Llama a la ambulancia, él no puede morirse...

—Mimi, ya ha muerto.

—No —negó con la cabeza—, me niego a que esté muerto. Vamos a llamar a la ambulancia.

—No va a volver a la vida...

—Si, si que va —lloró—. Si esta escoria pudo, él también, no puede morirse...

Zabdiel suspiró. El primer paso era la negación, no quería entonces imaginarse como sería la etapa de depresión.

¿Aunque quien se habría esperado que lo suyo terminase de una manera tan trágica?

Quizá podrían haber terminado odiándose y demás... Pues como decían las malas lenguas:

Mal acaba lo que mal empieza.

|| F I N A L ||

Calle Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz