Capítulo 31

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Erick presionaba la herida de bala en el estómago de la chica, tratando de detener la hemorragia, pero la hemorragia por un traumatismo abdominal es mayoritariamente interna (dentro de la cavidad abdominal). Él no había estudiado medicina, sabía que podría ser muy grave ya no solo por el masivo sangrado, pues podría llegar a provocar la muerte.

—Hay que llevarla a un hospital, va a morir —murmuró, lleno de miedo, viendo como se le iba la vida en sus brazos.

—De aquí no se mueve nadie —gruñó—. Si se muere, que se muera. No sería la primera del día.

—¿Cómo has dicho? ¿A que te refieres con que no sería la primera del día? —inquirió Joel, consciente de que Claudia no le había envido todavía ningún mensaje y que era la otra chica del grupo que había quedado viva hasta el momento.

—Oh, tu chica prefirió llamar a Mimi antes que a ti —fingió hacer un puchero—. Ella misma presenció su muerte, ¿no es así?

La rubia apretó sus labios, intentando que las lágrimas no le escaparan de los ojos al parpadear, y miró a Joel, que estaba pálido y en busca de una respuesta que le negara lo que Roi acababa de decirle. No podía mentirle. ¿De que le serviría decir que todo estaba bien cuando no era verdad? Mentir nunca había sido su punto fuerte y no lo sería tampoco en una situación de vida o muerte.

—Lo siento muchísimo —expresó en un hilo de voz—. Era una trampa... Mataron a Ricky y la esperaron allí para poder matarla a ella también.

—Una única escena del crimen, ¿no es genial? Así le damos menos trabajo a la policía y disfrutamos más de... ¿A donde coño crees que vas? —apuntó en la dirección del mexicano, haciendo que este se detuviera de inmediato—. Vosotros no estáis en mis planes, no me apetece para nada matar a más gente de la prevista, así que haced las cosas bien, ¿si?

—¿Qué ganas con esto?

—Matar lentamente, de la forma más dañina posible, a la única mujer que amé en esta vida —sonrió de la manera más cínica posible—. Si, seguro que pensareis que se trata de una obsesión, pero porque no tenéis ni idea de lo que yo sufrí por ella. En el dos mil dieciséis, una jovencita inocente, temerosa, a la que hoy conocemos como Mimi, me suplicaba que no la dejase sola en la calle y me rogó para que corriera con ella en una de esas carreras clandestinas que tanto nos gustan aquí a todos.

—Yo no quería correr —señaló—, tú me presionaste una y otra vez, jugaste conmigo todo cuanto quisiste solo para que me subiera a esa moto contigo.

—Si, es cierto, si querías ser mi mujer tenías que ganártelo. Yo no quería a una chiquilla como tú, necesitaba a una mujer empoderada y con garra, como eres ahora. —Roi se encogió de hombros y sonrió con malicia al ver que todos allí estaban prestándole atención—. Tuvimos un accidente y yo di mi vida por ella, la cubrí con mi cuerpo para que el golpe me afectase a mi y no a ella. Me dieron por muerto, ella la primera.

—No —negó con la cabeza—, yo te lloré mucho, me aferré a tu cuerpo en cuanto te vi desvanecer y me culpé una y otra vez, hasta que me arrebataron de tus brazos. Venía la policía y nadie quería que lo delatase. No me fui por voluntad propia, Roi, yo jamás dejaría a nadie morirse de esa manera cuando lo había hecho por mi.

—¿Ah no? Esa no es la versión que yo tengo.

—Pues es la versión oficial.

La creyó, sus ojos no le mentían. Pero su venganza no había terminado todavía, quedaría ridículo que todo en lo que había estado trabajando se derrumbase ahora por unas palabras bonitas que salieron de su boca.

—Sea como sea, no acaba ahí. Pensé que era el momento ideal para volver, ya estaba recuperado del todo y necesitaba verte, saber que estabas bien, todas esas mierdas que no me dejaban dormir por la noche. Ni siquiera me dolió ver a este niñato en tu cama, sabía que solo sería uno más, uno para saciar tus ganas y olvidarte por minutos del vacío que yo te había dejado —suspiró, mirándola con rencor—. Pero a ti no te importó verme vivo, es más, te gustaba más la idea de creerme muerto. Intenté acercarme a ti por las buenas, ya lo sabes, tuvimos nuestros momentos que me hicieron recordar el pasado... Pero lo seguiste eligiendo a él, aunque no lo sepa.

—Estás mintiendo —siseó Christopher, poniéndose de pie—. No haces más que mentir.

—No, Christopher, no estoy mintiendo. Nosotros nos besamos, nos tocamos y revivimos momentos del pasado, sin llegar a tener sexo, si eso es lo que te preocupa —aclaró—. ¿Recuerdas nuestro primer encuentro en la calle? Aquel donde yo te provocaba y tú me golpeabas... Bien, no solo se besó contigo esa noche. Me dio cosa ver aquel beso, tan delicado, dulce y suave. Supongo que por eso después me besó a mi, buscando en mis labios lo que no encontró en los tuyos, deseo, pasión, desenfreno.

Christopher ardía de rabia por fuera, aunque por dentro todo se estuviese rompiendo en pedacitos. Lo que él creía realidad se le estaba viniendo abajo.

—Aunque claro, para hacerse la hija de puta me dejó con las ganas y después se fue a follar contigo solo para bajar la calentura que yo le provoqué.

—¿Eso es cierto? —buscó la mirada de Mimi.

—Hasta cierto punto...

—¡Claro que lo es! Por eso no deberíamos de ser enemigos, más bien tendríamos que aliarnos. Ambos saldríamos ganando.

Christopher era incapaz de pensar, ni siquiera reparó en sus palabras, solo podía mirarla a ella e intentar disimular que le había dolido un mundo. ¿Es que solo había sido él su escape de la realidad? ¿Había estado acostándose con él para olvidar a otro hombre?

Cuando levantó la mirada se le partió más el corazón, Roi iba a matarla, estaba a unos metros con su arma en su dirección y a punto de disparar, no fallaría el tiro. Pero de su garganta no podía salir un "no lo hagas", estaba completa y absolutamente sin voz.

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