Capítulo 3

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—¿Me estás diciendo que le pagaste la jodida fianza a uno de la banda rival?— cuestionó Claudia con incredulidad.

—Si, eso hice.— respondió Mimi mientras se ajustaba el conjunto de cuero en el cuerpo, echó su cabello hacia un lado y alzó la cabeza decidida.

No estaba demasiado segura de si llevar botas con tacón de al menos ocho centímetros había sido una buena idea, teniendo en cuenta que esa noche correría en moto de forma clandestina.

Claudia terminó de trenzarse el cabello para mirar a su compañera de banda como si estuviera completamente loca.

—Mimi, son de calle.— le recordó.

—Lo sé, me consta.— murmuró aburrida del tema—. Soy consciente de que son nuestros "rivales"— hizo comillas con sus dedos en el aire antes de continuar— la calle es nuestra y vamos a demostrarlo de la mejor forma que sabemos.

Con toda la chulería del mundo caminó hasta su moto y tras subirse en ella aceleró para llegar al lugar donde esa noche todo podría pasar. Estaba a tope de gente, en su mayoría personas jóvenes que admiraban la vida de la calle y las malas costumbres que abundaban en ella.

Las demás integrantes de la banda Lola Índigo no tardaron demasiado en llegar, se veían tan empoderadas como siempre y no pasaban desapercibidas por nadie.

Todo fueron piropos y elogios hasta que CNCO llegó, la tensión entre ambas bandas se notaba en el ambiente y más cuando se enteraron que los dos correrían.

—Recuerda que no estás en deuda con ella, Mimi pagó tu fianza porque quiso y le dio la gana, no le debes nada.— dijo Joel mientras daba unas palmaditas en su hombro.

—No te dejes ganar por una mujer, Vélez.

Él alzó una ceja incrédulo y sonrió de lado con solo escuchar esas palabras.

—Mimi no solo es una mujer.— dijo seguro de sí mismo y aunque quiso seguir hablando no pudo porque la señal de que debía prepararse lo interrumpió.

—Nos vemos en la meta.— dijo Erick metiendo sus manos en los bolsillos de su chaqueta.

Él dio un ligero asentimiento antes de llevar su moto a la línea de salida, conocía a la perfección la moto que estaba justo a su lado por lo que buscó a la dueña con la mirada. Al encontrarla se acercó a ella casi de forma seductora.

Mimi abandonó la conversación que estaba teniendo con Ricky para prestarle toda su atención a Christopher, no parecía el mismo que había visto el anterior día, ahora su cabello estaba de color rojo y juraba que en su piel había un par de tatuajes nuevos.

—¿Vamos a competir también en la carretera?— cuestionó ella con una sonrisa en los labios.

—Yo no busco competir contigo, Mimi, no te veo como competencia.— le devolvió el gesto—. El único lugar en el que me apetece competir contigo es en la cama.

La rubia dejó escapar una risa de sus labios, todo iba demasiado bien para ser verdad, él tenía que sacar ese lado suyo que tanto lo caracterizaba.

—¿Recuerdas mi patada en tus huevos, gilipollas?

—Fuiste tan sexy...— empieza a decir, acercándose un poco más.

—Te volvería a golpear.— siseó entrecerrando sus ojos.

—¿Qué?

—Ahora mismo, aquí en medio de todo el mundo.— continuó sonriendo de forma socarrona, aunque él sacara lo peor de ella no iba a golpearlo otra vez.

No era una chica violenta y se lo haría saber, no necesitaba de los golpes para ser superior a él.

Esta vez fue ella quien se acercó de forma peligrosa, sus rostros quedaron a tan solo milímetros y cualquier movimiento por parte de alguno de los dos haría que sus labios se rozaran.

—Nos vemos en la meta, no seas un mal perdedor.— susurró guiñándole un ojo, cuando quiso echarse a andar en dirección a su moto él se lo impidió rodeando su cuerpo con uno de sus brazos.

—No puedo dejar que te vayas sin antes agradecerte lo de anoche.— dijo en su mismo tono de voz.

—¿Me agradeces que te haya golpeado y dejado tirado?— cuestionó casi con burla, tratando de hacerse la desentendida pero él no se lo había creído ni siquiera un poquito.

—Si, por eso mismo.— sonrió aflojando su agarre, ella aprovechó para liberarse y alejarse de él—. ¡No soy un mal perdedor, Miriam Doblas Muñoz!

Mimi intentó no verse afectada por eso, pero que él acabara de decir su nombre completo le ponía los pelos de punta. Ese nombre que había intentado enterrar durante años porque no hacía mas que recordarle de donde venía y quien era en realidad.

No se detuvo, no volteó, no nada.

Ella era Mimi, líder de la banda callejera Lola Índigo, la puta ama en la calle. Y ni él, ni la tal banda llamada CNCO la frenaría.

Calle Where stories live. Discover now