Apoyo

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Cris

Me relajo en el sillón de la casa de los chicos. Esteban consiguió una casa cerca de la casa de sus padres. La casa es como todo lo que tiene Esteban: grande, impoluta y con una onda retro. Yo no hubiera elegido este decorado, me hace acordar a gente vieja pero no le digo eso, ya que sé que se va a enojar conmigo.

La casa tiene un living que puede contener hasta seis personas mirando películas sin problema pero parecen nunca invitar a nadie últimamente, una cocina aparte con gabinetes de madera que está llena de utensilios herencia de su abuela, una escalera que da a un balcón interno que da a las tres habitaciones de la casa y dos baños, uno en la planta baja al lado del estudio y uno en la habitación principal donde Estaban comparte con Cora una cama inmensa de dos plazas con un placar para morirse de la envidia.

Camino por el pasillo hasta volver a entrar en la habitación del medio con las manos un poco más limpias, no del todo, pero por lo menos no voy a estar manchando todo por ahí. Con Cora estamos cubiertos de pintura, recién terminamos de pintar de celeste la habitación mediana que va a ser la habitación del bebé. Cuando no la encuentro me vuelvo hacia el balcón interno de la segunda planta y ella aparece desde la cocina con una panza inmensa caminando con dificultad y llevando una bandeja llena de galletas.

—No tenés que hacer tanto esfuerzo, Cora.

Le digo mientras bajo las escaleras. Ella deja la bandeja en la mesa ratona y corro los últimos escalones para ayudarla a incorporarse.

—No soy discapacitada.

—No te agaches tan bajo.

—Quiero hacer cosas, si no me aburro.

Esteban no debería llegar por otra hora pero cuando escuchamos la puerta principal ambos sonreímos.

—¡Llegaste justo a tiempo!

Tengo que decir que las galletas de Cora son las mejores, especialmente después de un día de trabajar decorando la habitación para el recién nacido, me llevo una rápidamente a la boca y la mastico con dificultad. El chocolate invade toda mi boca, ese es el antojo de Cora, chocolate: blanco, negro, cacao o cualquier derivado. Algo bastante estereotipado pero real. Tengo que ir hacia la cocina para buscar algo de tomar. Mientras los meses pasan, más chocolate aparece en su pastelería de manera exagerada. Creo que dentro de poco va a descubrir cómo inyectar chocolate en un lemon pie.

Esteban entra dejando su maletín sobre la mesa y desajustándose la corbata. Camina decidido y se sienta a la derecha de Cora en el sillón, le deja un beso en la mejilla y roba una galleta. Cuando le doy un beso sobre los labios, disimuladamente le dejo un vaso de agua en las manos, sé que lo va a necesitar, pero no quiero ser muy obvio y lastimar los sentimientos de Cora. Esteban empieza a masticar con dificultad y nos miramos implícitamente.

—Están buenas.

Dice tragando con la ayuda del agua.

Muy buenas.

Enfatizó y los dos vemos cómo ella disfruta el chocolate que parece es lo único que le da vida últimamente.

—¿Qué?

Pregunta cuando nota que ambos estamos asombrados de que pueda lidiar con la extraña pasta que se te pega a los dientes.

—¡Nada!

Respondemos nerviosos al unísono.

—¿Cómo va la decoración?

Esteban cambia de tema rápidamente. Sonríe con esa sonrisa de publicidad de pasta dental y se acomoda el pelo rubio pesado que tiene peinado para el trabajo. Se tira todo el pelo hacia atrás y se lo fija levemente. Me gusta cómo sus ojos almendrados se pueden apreciar mejor cuando lo lleva de esa manera.

MomoWhere stories live. Discover now