Pesadumbre

588 123 73
                                    

Cora

Esteban, tirado en el sillón para dormir una siesta, se revuelve y empieza a roncar con el brazo por encima de su cabeza colgando del apoyabrazos del sillón. Como si no fuera incómoda la situación de por sí. Andy por su parte, me contempla sentado en el suelo al lado del moisés de Emma quien duerme dentro, completamente serena y en paz.

—Podés ir a dormir también. Tenés las ojeras que te cuelgan de las mejillas.

Susurra totalmente distendido.

—No puedo dormir sin las pastillas y si me tomo una voy a dormir por horas.

Andy asiente.

—Así que es así de difícil.

Emma hace un pequeño sonidito y vuelve a perderse entre sueños.

—Es un caso especial, ya se le va a pasar. Tiene que crecer un poco más.

—Espero que no.

Andy sonríe, pero aunque está intentando enviarme, una indirecta la ignoro rotundamente. Miro la televisión, considero encenderla sin sonido para concentrarme en algo más. Todo siempre es raro entre nosotros y me gustaría pararme e irme a mi habitación, pero me siento culpable dejándolo solo como guardián de los sueños de Emma. Me quedo sentada en el sillón, relajándome en la paz del momento e intentando disolver un poco la tensión del aire. Esteban no tuvo problema en desvanecerse diez minutos después de que Emma lo hiciera. Después de días, debe sentirse como un milagro.

Mis párpados me pesan y debato entre aprovechar el momento para intentar dormir y no dejar a nuestro nuevo niñero totalmente solo en nuestra casa sin saber qué hacer. No sé qué pasará por su cabeza en este momento, tampoco sé por qué accedió a la bizarra petición de Esteban. En su lugar, yo nunca hubiera aceptado.

—¿Cómo estás?

Pregunta él en un tono serio, bastante serio para su carácter.

Me revuelvo en el asiento acomodándome los invisibles del pelo. Tengo un rodete en la base de mi cabeza que hacen que mis orejas se salten para los costados. Sabía que Andy iba a venir hoy por lo que conscientemente puse poco esfuerzo en mi aspecto, pero eso requirió una hora de preparación. Todo parecía intencionalmente sobre pensado y así lo que terminé eligiendo es un conjunto super sobrepasado, pero da la impresión que me lo puse dos minutos antes de que llegara a la casa.

—Bien. Considerando.

Espero que él haga algún chiste malo con esa sonrisa maliciosa pero se queda mudo mirando el suelo mientras se sienta en posición india.

—Solo decime que me vaya, Coraline. Este silencio me está matando.

—No entiendo por qué aceptaste.

—¿No querías que viniera?

Miro a Esteban y me concentro en mis manos mientras froto mi índice con cuidado.

—Estoy agradecida de que hayas venido. Ambos necesitan paz... Pero ¿Por qué viniste, Andy? ¿Qué ganás? Tengo miedo que esto sea otro juego o algo así.

Inclino la cabeza un poco más y dejo que la tensión deje mi cuerpo.

—Te dije que iba a ayudarte con lo que necesitarás. Estoy cumpliendo mi palabra. No es un juego... pero sí gano algo. Estoy sacando un poco de ventaja a la situación, no te voy a mentir.

—¿Ventaja?

—Me gusta verte... Solo tengo que pasar un día a la semana haciendo dormir a Emma y puedo verte. Por cómo lo veo, salgo ganando.

MomoWhere stories live. Discover now