Resignación

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Cora

Dejo a Emma durmiendo en la cama de mi habitación con Esteban, quien muy exageradamente, la convirtió en un fuerte con todas las almohadas que teníamos disponible en la casa. Los veo a los dos tendidos boca abajo y cierro la puerta con cuidado y una sonrisa.

Cuando salgo por la puerta principal acomodándome la cartera, miro el sol que se asoma entre las nubes. La primavera no llega tan rápido como quiero, tengo ganas de usar la pileta con Emma con tantas ganas.

Giro en la cuadra de mi casa y veo a Andy que está esperando contra su auto con los brazos cruzados y una de esas camperas de cuero negro que lo hace ver más corpulento de lo que en realidad es. Me persigue con esos ojos azules que me hacen sentir que está viendo a través de mi ropa y a través de mi piel al mismo tiempo. No dice nada hasta que llego a su lado, simplemente me observa caminar y me sorprende cuánto tiempo puede sostener la mirada sin parpadear.

—Pensé que ya volvías.

Le digo parando a un metro de él tomando mi cartera con ambas manos insegura.

—En un rato.

—¿Entonces qué haces? ¿Me perseguís?

Ríe mientras se pone lentes de sol que lo hacen ver tan increíblemente genial.

—Siempre, linda.

Abre la puerta del acompañante y señala el interior. Hay veces que me alegra que haya cambiado su auto mugroso, pero en este momento en particular lo extraño. Cuando Andy hace un movimiento con la mano yo retrocedo medio paso. Por inercia mis músculos me dicen que tengo que subir con él, pero hago el esfuerzo de contenerme por el bien de mi salud mental. En especial después de lo que pasó la semana pasada en el claro donde perdí totalmente la conciencia para hundirme con él en su estúpido momento de serenidad y despreocupaciones.

Siempre dije que Andy vivía el presente y yo el futuro, pero se le hace tan fácil algunas veces arrastrarme al "ahora", donde me olvido de todo lo que puede pasar si no mantengo la cabeza cuerda.

—Solo voy al shopping. Puedo caminar, gracias.

Sonrío y empiezo a dejarlo atrás.

—Sé que vas al shopping, por eso te estaba esperando y sé qué podés caminar, veo tus piernas debajo de esa falda.

Responde mientras termina un cigarrillo que apaga contra la suela de su bota.

—Pienso usarlas.

—Linda... está por llover. Te puedo llevar, sé que sos la reina del hielo conmigo, no significa nada. Solo un amigo llevando a su amiga al shopping.

Miro el cielo ahora un poco más gris y las nubes espesas que avanzan a gran velocidad y me giro hacia él.

—No va a llover, me fijé en el pronóstico.

Parece todo una gran trampa del destino, pero cuando digo esas palabras, un trueno me interrumpe y una gota aterriza en mi mejilla haciéndome parpadear, otra aterriza en el hombro de Andy, y de un segundo para el otro las pequeñas gotas empiezan a pintar el capó del su auto negro. Él simplemente levanta las manos con un gesto de "te lo dije".

Lo dudo, realmente lo dudo, tengo miedo de estar sola con él, tengo miedo de lo que quiero y tengo miedo de saber que todo es mala idea y siendo consciente de eso, todavía lo quiero hacer.

—Está bien.

Camino hacia el auto poniéndome la cartera sobre la cabeza para que mi pelo no se descontrole más con el agua, la humedad ya jugó su pasada hoy con mi cabeza. Andy cierra la puerta y salta deslizándose sobre el capó del auto para llegar a su lado. Una vez dentro su pelo empapado gotea sobre el asiento, miro hacia afuera porque no puedo creer que se haya mojado tanto en pocos segundos y noto que es una lluvia torrencial que parece una cortina de agua. Andy prende el limpiaparabrisas con una sonrisa de oreja a oreja que cubre con su mano como si ya no la hubiera visto.

MomoWhere stories live. Discover now