Integridad

637 120 47
                                    

Cris

Toco el timbre. Espero unos minutos, es la mitad de la madrugada, dudo mucho que alguien responda pero como si fuera un milagro el portero se ilumina cuando alguien atiende del otro lado.

—¿Qué pasó?

Pregunta Ian preocupado del otro lado de la línea.

—Sé que es tarde pero, necesito hablar.

La puerta empieza a sonar con un zumbido y me meto dentro del edificio enseguida escapando del frío. En el ascensor me miro en el espejo, tengo los ojos todavía rojos de tanto llorar. Cuando Ian abre la puerta no puedo evitar que las lágrimas me vuelvan a nublar la vista. Está solo en bóxers y sé que lo saqué de la cama pero dudo que estuviera dormido. No se ve como alguien que recién se levanta de su sueño. Él siempre fue así de extraño, últimamente no creo que esté durmiendo mucho. Lo noto en el taller. Sus hombros llenos de cansancio y una electricidad extraña.

De igual manera, me lanzo sobre su cuerpo para abrazar su cintura. Mi oreja se posa sobre su pecho firme y caliente. Ian cierra la puerta detrás de nosotros y me da una palmada en la espalda que por más que quiere ser alentadora termina siendo un golpe que me quita el aire de los pulmones de una sola vez.

—¿Qué pasó, Cris?— No lo suelto, él rodea mis hombros con un brazo. —Me estás asustando.

—Esteban y yo...

Digo sollozando.

—¿Qué?

Me separa de él con ambas manos en mis hombros y me mira de arriba. Siempre me hace sentir como si fuera una gran torre a punto de caerse encima de mí cuando me ve con esos ojos muertos.

—Estaban y yo terminamos.

Ian se frota un ojo con el talón de su palma y después de cerrar los ojos con fuerza los abre un segundo. Deshace mi abrazo y empieza a caminar hacia la cocina decidido. Sin saber qué va a hacer lo sigo desarmándome la campera. Él abre los gabinetes de la cocina y deja sobre la isla dos vasos y una botella de vodka entre nosotros.

Ian señala una de las banquetas y me siento hecho un desastre colgando mi campera en el asiento que tengo a mi izquierda. Uno de los vasos se desliza hacia mí y lo atrapo antes de que caiga al suelo por milagro. Lo tomo con ambas manos y cuando levanto la mirada Ian está tragando su medida de una sola vez. Deja el vaso sobre la mesa y se vuelve a servir otro poco.

—¿Dónde está Berni?

Le pregunto.

—Durmiendo. No se va a despertar. No te preocupes... podés contarme.

Se acomoda sobre la isla con ambos codos sobre el mármol y los músculos de sus hombros se tensan. Me da toda su atención y enseguida me intimido. Somos amigos hace tiempo pero cuando sus ojos grises solo están posados en mí siento un montón de respeto por él y por lo que puede llegar a hacerle a una persona que se mete en su camino.

Con una seña de la mano me incita a hablar.

—No puedo hacer nada, Ian. Está tan comprometido en seguir con su mentira, con Cora y con Emma.— Él simplemente asiente. —Quiero un novio normal... hoy... lo dejé.

Empiezo a tomar el vodka de a sorbitos y me quema toda la boca y la garganta. Veo a Ian tragar el suyo como si fuera agua y me pregunto si es normal en él hacer esto. Como no dice nada sigo.

—Estábamos en casa y... lo estuve pensando bastante. No sé cómo lo hice, pero lo hice. Le dije que no podía verlo más. Que no quería verlo más. Lo hice después de que tuviéramos sexo y como si fuera poco, me siento también para la mierda por eso. Pero después de que se me pasó la euforia de la calentura, lo miré y supe que no podía más. No puedo más con esto. No puedo con ellos. Estar con alguien así no es sano.

MomoWhere stories live. Discover now