Mezquinidad

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Andy

—...no voy a venir más durante el día, solo a la noche. Sé que no es genial, pero podés visitarme, venir a verme, salir de la casa. Podés decir que vas a ver a Berni. Te va a encantar, podés pasar el día en el estudio con Ian mientras yo trabajo y hago que esa vieja loca se enamore de mis pinturas otra vez.

Mi concentración se dispersa con su risita. Pero si la voy a convencer de que esto no es un paso hacia atrás, necesito recurrir a todas las tácticas que pueda.

—¿Qué estás pintando?

Pregunta mientras baña a Emma en la pequeña pileta, Cora se sienta de lado para mantener a su bebé en el agua, vestida solo con una malla enteriza, un sombrero enorme de paja y sus lentes de sol, que se ven demasiado cool para ella.

—De todo un poco. — Respondo sentado en la reposera dejando que el sol toque todo mi cuerpo solo en jeans. Juego con mis pies y el pasto un poco, intentando arrancar todo el césped que puedo con los dedos. —Aunque ya sé lo que no es mi estilo. Es un avance.

—¿Me vas a dejar ver algo algún día?

—Algún día. Más adelante.

Mi respuesta produce en Cora una expresión de tristeza que no puedo deducir de inmediato. Tardo unos segundos en darme cuenta de lo que es, cuando entiendo, ella sonríe y me pregunta otra cosa.

—¿No es muy chico el espacio? Usar ese ropero del estudio suena como una tortura con este calor.

—Bueno linda, lo hago porque necesito... Especialmente en este pueblito. Y no le digas closet, es un depósito.

—Vos dijiste ropero.

—Bueno, estaba equivocado si lo dije. Es un depósito que ahora es un estudio.

Es gracioso cómo me burlaba antes de Esteban y ahora, solo porque Cora siente seguridad en él, quiero imitarlo. No quiero que me malinterpreten, no es que me quiera vestir como Esteban, pero quiero que ella intente depender de mí un poco más. Sé que ella cree que no soy la persona más segura del mundo. Mierda. Sé que no soy la persona más segura del mundo, tampoco me importa serlo, no me importa que el resto del mundo dependa de mí, por mí se pueden ir todos a la mierda. Pero ella. Quiero que ella pueda depender de mí, porque me gusta que me necesite.

—Qué bien, Andy.

Mis palabras se quedan cortas y las suyas son como una palmadita en la espalda de su parte.

—Está bien, para empezar. Pasó el tiempo, pero no veo por qué no podría retomar.

—¿Te gusta?

—Me da más plata que tatuar, si lo hago bien.

—Pero si volvieras a lo de Alicia, ¿no debería alcanzarte?

Ugh, me quiero morir. Cuando lo dice así me hace sentir como un fracasado que todavía quiere volver a vivir con su mamá y usar su plata.

—Coraline, no soy un parásito ¿Así me ves? ¿Cómo alguien que no hace las cosas solo? No volvería a lo de mi vieja para escuchar cómo tiene sexo cuarentón con su novio. Viví solo bastante tiempo, me acostumbré a mi espacio.

Ella ríe y se tapa la boca con la mano mientras sostiene a Emma con un solo brazo todavía en el agua.

—Vi tu departamento en la capital...

—No es gracioso.

—¿Viviste solo realmente alguna vez Andy?

Su pregunta está cargada de otra cosa, la liviandad de la conversación desaparece cuando sus labios se inclinan un poco hacia los costados.

MomoWhere stories live. Discover now