Capítulo 9: Un Recuerdo

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Christopher se removió en el asiento del fino restaurante, incómodo. Una vez más aflojó el nudo de su corbata y comprobó que el primer botón de su camisa estuviera desabrochado. No sabía por qué, pero la cena le estaba resultando insoportable. Bueno, la verdad si lo sabía, le molestaba hasta los huesos ver a Dulce acompañada de Francisco, su novio.

Estaba convencido de que ese hombre no era el indicado para su mejor amiga. Le sacaba, por lo bajo, diez años, estaba divorciado y luchaba constantemente con sus obligaciones como padre. No le cabía en la cabeza como una mujer tan hermosa como Dul, inteligente, divertida y exitosa estuviera atascada con un hombre así. Ella merecía muchísimo más y parecía no ser capaz de verlo y eso lo molestaba mucho, al punto de querer golpear al tipo cada vez que lo veía tocarla, hablarle al oído, o simplemente cuando la miraba, como si ella fuera algo comestible.

En ese momento Dulce sonrió ante alguna ocurrencia de Anahí y el corazón se le llenó una calidez tan grande, que sintió que le iba a explotar. La pelirroja tenía ese efecto en él cada vez que estaban juntos, era dueña de una presencia tan fuerte, pero a la vez adorable, que lo hacía querer estar a su lado todo el tiempo. ¡Y Paco no se la merecía!, gritó en su cabeza. Esta ira que sentía lo desconcertaba, pero se consolaba pensando que Dul era como una hermana para él, quería defenderla de todos los rufianes que quisieran hacerle daño y estaba segurísimo que el que tenía al frente era uno de ellos.

La pelirroja cruzó una mirada con él y ladeó su cabeza. Christopher casi pudo escucharla preguntar qué es lo que le pasaba. Desde que se conocieron tenían la habilidad de comunicarse sin siquiera cruzar palabra. Él solo negó con la cabeza,disimuladamente, con los ojos cerrados, dando a entender que no pasaba nada y ella respondió enarcando una ceja, en señal de no creerle nada.

—Bebé, estás muy callado —dijo Anahí apretándole el muslo con suavidad bajo la mesa.

—Me duele un poco la cabeza —se excusó, tratando de sonreírle a su novia.

—¿Mucho trabajo, Christopher? —preguntó Paco.

—Algo así —respondió antes de darle un sorbo a su trago.

—Mi amor, no seas modesto —lo reprendió Anahí, para luego mirar a Dulce y a Paco—. Hace poco le dieron una cuenta muy importante en su empresa y ha trabajado muchísimo desde entonces. Ya casi no lo veo por el departamento —bromeó, antes de darle un corto beso en los labios.

—¡Felicitaciones, Chris! —dijo Dulce con sincera emoción—. No me habías contado nada.

—Tú tampoco has tenido mucho tiempo que digamos —soltó mordaz, refiriéndose a su relación con Paco. Dulce no respondió nada, solo entornó los ojos y guardó silencio, confundida.

—Sé de lo que hablas, esta belleza no para nunca de trabajar —dijo el abogado, tomando la mano de Dulce para llevársela a los labios—. Por eso este fin de semana nos iremos a la playa, para descansar.

—¡No inventen! —dijo Anahí, abriendo muchísimo los ojos y sonriendo por la noticia—. ¡Qué maravilla!. Bebé, nosotros deberíamos hacer lo mismo —le propuso a su novio.

—Suena divertido —dijo Christopher, dirigiéndose a Paco y omitiendo lo que Anahí había dicho—. ¿Y ese plan se te ocurrió a ti o a Dulce?, quiero decir, me imagino que la vas a invitar a un bonito hotel a la orilla de la playa para que se relaje.

—No, Christopher —respondió la pelirroja con irritación, pues sabía a dónde quería llegar—. Vamos a ir a la casa que mis papás tienen en la playa.

—Nada me gustaría más que invitarla al fin de semana que se merece —se excusó Paco—. Pero con la tramitación de mi divorcio y lo que viene después, no puedo permitirmelo.

Ella o yoWhere stories live. Discover now