Capítulo 15: El sueño ha terminado

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Se quedó de pie mirando a Anahí, apenas sintiendo su corazón palpitar. No sabía qué hacer, menos podía pensar en qué decir. Estaba absolutamente pasmada ante la presencia de la rubia, quien la miraba sin expresión en el rostro, haciendo todo aún más angustiante. En una posición completamente desesperada, incluso espero que su mejor amiga se desvaneciera como un espejismo, o un cambio de escenario abrupto por estar en una pesadilla. Pero los minutos pasaban y las dos seguían ahí.

Anahí se levantó con una sonrisa sarcástica en los labios, caminó hasta ella con tranquilidad y cuando estuvo frente a Dulce la rodeó con sus brazos y la besó en la mejilla, un roce suave que no tenía ni una pizca de afecto.

—¿Acaso no me saludas? —preguntó cuando se separó de ella.

—¿Cuándo llegaste? —fue lo único que pudo ser capaz de decir.

—Llegué anoche. Pero no te angusties, amiga, me iré pronto —dijo con una calma que asustaba, tomando de las manos de la pelirroja la bolsa de lavandería que esta traía entre las manos, solo para darse cuenta de que la primera prenda era una de las camisas de Christopher. Bufó irónicamente y la miró a los ojos—. Yo le regalé esta camisa, ¿sabías, verdad?

Entonces, Dulce confirmó que Anahí estaba enterada de todo, sintiéndose bastante tonta por tardar tanto en llegar a ello, pues era obvio. No podría haber otro motivo por el que ella haya regresado antes de tiempo y sin avisar. Había tenido esta pesadilla miles de veces en los casi cuatro meses que había podido disfrutar del amor que sentía por Christopher, pero ninguna de ellas se sintió tan horrible como la realidad.

—Annie, yo... —comenzó a decir, sin saber realmente qué es lo que diría. Aunque la rubia le ahorró la molestia, pues inmediatamente la interrumpió.

—¿Tú, qué? —preguntó impaciente, reemplazando su sonrisa por una delgada línea y el asomo de algunas lágrimas—. ¿Me vas a explicar cómo fue que Christopher y tú aprovecharon la oportunidad para verme la cara?, porque si es así, te escucho atentamente. Tengo muchas ganas de saber cómo fue que pasó esto, a quién se le ocurrió ignorarme como lo hicieron mientras yo estaba lejos, cuándo fue que comenzó este tórrido romance entre ustedes... En fin, quiero saberlo todo.

—Anahí —dijo sintiendo sus ojos aguados—. Si quieres buscar un culpable de todo esto, esa soy yo. Christopher no tiene nada que ver.

Siempre se dijo que cuando este día llegara, ella le haría frente con la verdad y no haría nada diferente de aquello. Confesaría todos sus pecados, sin esperar perdón a cambio, pues sabía que no lo merecía y luego se iría de la vida de los dos sin mirar atrás.

—Ay, Dulce —dijo la rubia, molesta—. Por favor, no creo que Christopher te haya puesto una pistola en la cabeza.

—No, más bien fui yo la que lo obligó a él

—¿De qué hablas? —dijo con el ceño fruncido por la confusión.

Dulce suspiró y con una mano apartó las lágrimas que habían empapado sus mejillas, armándose de valor para contar todo lo que había hecho sin perder detalle.

Tomando la actitud más serena que le fue posible, comenzó con su relato y no dejó de hablar hasta que le contó todo. Desde que Christopher tuvo el accidente, hasta todo lo que había hecho para no sacarlo del error en el que estaba cuando despertó en el hospital.

Anahí la había escuchado con atención todo el tiempo, sin despegar los ojos de ella. A cada momento más decepcionada por lo que escuchaba, pues la historia no hacía solo empeorar a cada segundo.

Cuando Dulce terminó de contarle todo, ambas se quedaron en un silencio sepulcral por un par de minutos, presas de las emociones que las estaban embargando. Anahí apenas y podía reconocer a la mujer frente a ella, pues distaba completamente de la que fue su mejor amiga por veinte años; mientras que Dulce esperaba, resignada, cualquier cosa que Anahí le quisiera decir.

Ella o yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora