Capítulo 21: Muñeca de trapo

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—No... —dijo Dulce, levantando las manos para apartarlo, como si con ello también apartara el peligro. Comenzó a echarse para atrás, pues sabía que más que temerle a él, tenía miedo de ella misma. Los besos y las caricias hacían que fuera inevitable recordar los cuatro meses que habían vivido juntos y no estaba segura de poder seguir manteniéndose entera en este teatro, con memorias tan vívidas recorriéndole la piel.

Su corazón latía muy acelerado, tanto, que el ritmo desbocado la desconcentraba de sus pensamientos, los cuales intentaba mantener en la racionalidad. Deseaba con todas sus fuerzas responder a su demanda, amarlo como tenía tantas ganas y que él la amara a ella, pero sabía que eso no era posible, al menos de parte de Christopher, pues él amaba a Anahí y a ella la veía solo como un juego. Eso le dolía mucho y estaba segura de que él lo sabía.

Christopher se estaba acercando a ella con la mirada fija en sus labios y Dulce tenía miedo de su propia reacción, de la manera en la que quizá le respondiera si la besaba de nuevo. Siempre había estado orgullosa de su fuerza de voluntad, pero dudaba que pudiera recurrir a ella si él volvía a besarla.

—¡No! —repitió con más énfasis sin dejar de echarse para atrás—. No, Christopher...

—¿Por qué no? —preguntó con voz sensual.

—Porque está mal... todo nuestro matrimonio está mal. Si tenemos relaciones lo arruinaremos más —le explicó con la voz temblando. Y habría continuado, si no hubiese chocado con el lateral de la enorme cama, gracias a lo cual perdió el equilibrio y cayó sobre el edredón.

Christopher sonrió burlón y continuó acercándose a ella, como si fuese un león que ya tiene a su presa acorralada. Antes de que ella se levantara se colocó encima de ella, poniendo las manos a ambos lados de su cuerpo

—Dulce —la llamó, con un tono tan engatusador, que ella se supo perdida.

Movió una de sus manos y le acarició la mejilla, hasta ubicar sus dedos en su barbilla. Le levantó la cara y acercó sus labios a los de ella, en un movimiento tan lento como tortuoso. Dulce dejó de respirar, sintió sus labios secos y que la única forma de lubricarlos sería con el néctar que bebería de los labios de él. La posición en la que Christopher la tenía no le permitía ver otra cosa que no fuera los ojos de su esposo y aquello la hizo aprensiva ante lo que sus propios ojos le pudieran contar, aunque fuera algo que él sabía de sobra.

Cerró los ojos, pero en cuanto lo hizo se arrepintió, pues eso solo logró que sus otros sentidos se pusieran alerta, dándole el placer de sentir aún más el contacto de sus dedos contra su piel o de oler el exquisito aroma que emanaba de él.

—Déjame hacerte el amor —le pidió su esposo, en un susurro.

No fue necesario responder, ella sintió el aliento de él en sus labios y cuando por fin la besó se perdió en el espiral de sensaciones que aquel contacto le produjo. Su cuerpo se tensó ante aquella caricia, ante el suave y sensual contacto. Fue como si una mariposa le rozara los labios con sus alas, con una ternura que le llegó directo a su frágil corazón, por lo que no le sorprendió cuando se oyó a sí misma suspirar.

Christopher se apartó luego de aquel beso, solo para ver la confirmación en los ojos de aquella pelirroja que lo había cautivado desde el primer momento, pero que había tardado tanto tiempo en notar. Y cuando lo vio, le sonrió, provocando el mismo efecto en ella.

Dulce se aseguró a sí misma que se estaba equivocando, pero también que si no aceptaba lo que él le ofrecía, se arrepentiría después. No sabía a dónde los llevaría todo esto, pero tampoco era capaz de pensar en ello, solo podía sentir y lo que estaba sintiendo no hacía más que ponerla feliz.

Ella o yoحيث تعيش القصص. اكتشف الآن