Capítulo 10: Desde el primer día

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Dulce sacó la mano por la ventana del auto para sentir el viento húmedo chocando contra su palma. Hace 1 hora que habían salido de la ciudad y dentro del auto solo se escuchaba la música que emitía la emisora favorita de Christopher. Volteó a verlo un momento, vestía un impecable pantalón de tela azul marino y una camisa color grafito, con los primeros tres botones sin abrochar, su pelo, como siempre revuelto y sus ojos estaban cubiertos por unos lentes de sol, pero no necesitaba verlos para saber que estaba molesto con ella. No lo culpaba.

La tensión sexual entre ellos era inmensa y ella solo sabía sortearla evitándolo y poniendo toda la distancia posible entre los dos. Cenaban juntos todas las noches, pero a la hora de dormir se excusaba diciendo que debía trabajar, permitiéndose volver al dormitorio solo cuando estaba segura de que Christopher se había dormido y se levantaba muy temprano en las mañanas para que no se encontraran. Había planeado ser discreta al respecto, pero obviamente había fallado. Su novio se había dado cuenta de que lo evitaba y le había pedido explicaciones, las cuales ella no habría podido dar sin delatarse, por lo que solo alegaba que eran imaginaciones suyas, que el trabajo era el culpable de todo.

Christian pensaba que estaba siendo una tonta, y a veces llegaba a la conclusión de que él tenía razón. Estaba armando todo este teatro para estar con el amor de su vida y ahora solo lo estaba alejando. Pero lo cierto es que ella debía velar por su propia integridad, si se entregaba en cuerpo y alma a Christopher ahora, no podría reponerse después, cuando lo perdiera para siempre.

Suspiró involuntariamente, al pensar que este fin de semana tendría un gran desafío, pues no podría evitarlo como hasta ahora. Se encaminaban a la fiesta de compromiso de Andrés, el hermano mayor de Christopher y la celebración se llevaría a cabo en la hacienda de sus abuelos paternos. Al ser una gran fiesta, toda la familia pasaría la noche en el lugar, por lo que no podría refugiarse en su fiel y cómodo estudio de trabajo.

—¿Quieres entrar la mano? —le pidió Christopher, antipático, mientras manejaba—. Me pones nervioso.

—Que amargado —respondió ella haciendo lo que le pedía. Cerró la ventana y con ambas manos arregló los rizos que se habían desordenado con el viento, luego alisó el lindo vestido turquesa estilo halter que había escogido para la ocasión.

El silencio entre ellos era ensordecedor, así que decidió romperlo y tratar de entablar una conversación con él, pero Christopher solo respondía con un escueto "si" a todo lo que ella le preguntaba, lo cual solo aumentaba la irritación de Dulce.

—¿¡Te sabes otra palabra que no sea sí!? —pregunto enojada por su actitud de niño pequeño—. ¿Qué te pasa?

—Que curioso que me lo preguntes —dijo irónico, sin despegar la vista del camino—, cuando has sido tú la que me ha estado evitando estas semanas. Creo que es más acertado que yo te pregunte a tí qué es lo que te pasa.

—No me pasa nada —respondió con toda la seguridad que le fue posible.

—Bueno, entonces a mí tampoco —dijo con tranquilidad, para luego subir el volúmen de la radio y seguir conduciendo. Nadie mejor que él sabia cuánto odiaba Dulce que él la ignorara, pero también era consciente de que solo así ella le diría lo que estaba ocurriendo. No pasaron más de 5 segundos hasta que sintió un fuerte dolor en el brazo, provocado por un pellizco que ella le dio—. ¡Aahhh! —exclamó de dolor—. ¿Por qué me pegas?

—¡Porque eres un idiota! —respondió enojada mientras apagaba la radio—. Sabes que odio que hagas eso.

—¡Y yo odio que me evites!

—¡No te estoy evitando!

—¡Si, lo haces! ¡Y ya que empezaste a hablar, espero que dejes de ser una mocosa y me expliques por qué!

Ella o yoWo Geschichten leben. Entdecke jetzt