🌆Capítulo 10🌆

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CAPÍTULO 10

Poco después del mediodía, Wangji se despertó al oír que llamaban de nuevo a la puerta. No podía creer que justamente el día en que había decidido dormir hasta tarde, no pudieran dejarlo tranquilo. Después de ponerse los pantalones con dificultad, alargó la mano para coger su camisa y empezó aponérsela mientras cruzaba la habitación. Ya había logrado meter un brazo en una de las mangas cuando Huang gritó:

—¡Dese prisa, joven Wangji! ¡Se me ha perdido!

—¿Qué se te ha perdido? —Acelerando el paso, Wangji se lanzó hacia la puerta con la camisa enrollada alrededor de un codo. Abrió la puerta de par en par y le dirigió una mirada de incredulidad a su ama de llaves— ¿Dónde se te ha perdido?

—Si lo supiera, no se me habría perdido, ¿no cree?

Pasando por alto este comentario sarcástico, Wangji salió al pasillo.

Huang corría junto a él para dirigirse a la habitación de los niños.

—Cuando lo llevé a la planta baja, cerré todas las puertas con llave. Si salió, tuvo que hacerlo por una ventana. —Soltó un chillido de angustia y se llevó los nudillos de una mano a la boca—Yo lo estaba vigilando, señor. Se lo juro por lo más sagrado.

Wangji se detuvo en el rellano, agarró la barandilla y se inclinó para echar un vistazo en el recibidor.

—He removido cielo y tierra para encontrarle. Y, aunque no me guste reconocerlo, no creo que esté en casa.

Con el pulso empezando a martillearle las sienes como un mazo, Wangji se dirigió a las escaleras. Wei Ying podría estar deambulando solo por el bosque en aquel estado. Lo imaginó trepando a un árbol y cayéndose. O tropezando con una raíz. Miles de accidentes de todo tipo podrían sucederle. Bajando los escalones de tres en tres, gritó por encima del hombro.

—Cálmate, Huang. No es tan catastrófico que haya salido. El conoce muy bien la zona. Es muy probable que haya ido a casa de sus padres.

Wangji corrió por toda la casa intentando abrir las puertas. Todas estaban cerradas con llave, tal y como Huang le había dicho.

—No creo que hayas comprobado si todas las ventanas tienen el cerrojo echado.

Huang frunció los labios.

—No, no se me ocurrió hacerlo. Lo siento, señor. Nunca habría imaginado que el intentaría salir por una ventana. Pero suelo echar todos los cerrojos.

—No perdemos nada con revisar todos los cerrojos.

Tras llamar a gritos a los criados, Huang organizó un equipo eficiente para que los ayudara a recorrer toda la casa. Unos pocos minutos después, Wangji volvió a encontrarse con ella en el recibidor.

—El cerrojo de la ventana del salón estaba descorrido. Es posible que haya salido por ahí. —Al ver la expresión de angustia en el rostro del ama de llaves, suavizó su tono de voz y la cogió firmemente por los hombros— Huang, tranquilízate. Seguro que está bien. Iré a vestirme para ir a casa de los Wei. No hay duda de que lo encontraré allí.

Ella asintió con la cabeza y se sonó la nariz.

—Sólo le pido a Dios que no le haya pasado nada.

—Estoy seguro de que no le ha pasado nada. Wei Ying ha estado deambulando por el bosque desde hace muchos años sin que le haya ocurrido nada. La única razón por la que ahora no permito que lo haga es su embarazo. Deja ya de preocuparte. La traeré a casa en menos que canta un gallo. ¡Vas a ver!

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Wei Ying no estaba en casa de sus padres. Y, lo que era aún más sorprendente para Wangji , ninguno de sus padres pareció alarmarse cuando él apareció en el umbral de la puerta buscando a su esposo. Cangse sugirió a Wangji que le encontraría en el bosque. Pero no era necesario que fuese a buscarlo. Wei Ying tenía la costumbre de deambular, le recordó ella, y así era desde hacía muchos años. Regresaría a casa hacia el atardecer, ya fuese a la de Wangji o a la de los Wei. Si optaba por esta última, sus padres le aseguraron a Wangji que le enviarían un recado para que fuese a recogerlo.

Lo que dice tú corazónWhere stories live. Discover now