🌆 Capítulo 12❇️

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Wangji  golpeó la puerta principal de los Wei con tal fuerza que la madera se sacudió en sus goznes. Enseguida oyó pasos que se dirigían corriendo a responder a su llamada y, en el instante mismo en que la puerta se abrió, entró como un ciclón en la casa, y estuvo a punto de derribar al asustado mayordomo.

—¡¿Dónde está Wei?! —preguntó a gritos.

—Le ruego que me perdone, señor, pero...

—No se preocupe. Lo buscaré yo mismo.

Wangji  se dirigió a grandes zancadas al salón. Pensó que los padres de Wei Ying  podrían encontrarse allí a aquella hora. No había nadie en esa estancia. Acto seguido, recorrió el corredor con paso resuelto, abriendo todas las puertas. Al final del pasillo, se encontró con una serie de paneles de caoba. Empujándolos para abrirlos, entró de sopetón en el comedor y sorprendió a sus suegros cenando.

Changze alzó la vista con los cachetes repletos de comida, y el tenedor y el cuchillo suspendidos sobre el plato. Al reconocer a Wangji , tragó la comida con dificultad.

 Al reconocer a Wangji , tragó la comida con dificultad

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—¡Dios santo! ¿Qué pasa? ¿Wei Ying  está bien?

Cangse, que se encontraba sentada en el extremo opuesto de la larga mesa, de espaldas a las puertas, se levantó de la silla de un salto.

—¿Qué diablos ha pasado? —preguntó ella— ¿Ha hecho algo terrible? ¿Qué ha ocurrido?

Ignorando a Cangse, Wangji  pasó de largo por su lado para avanzar hacia Changze. Cuando llegó al otro extremo de la mesa, cogió al juez de las costuras de uno de los hombros de su esmoquin y tiró de él bruscamente para obligarlo a ponerse de pie.

—¡Eres un cabrón egoísta y desalmado! —Wangji  estaba fuera de sí— ¿Cómo pudiste hacerle algo tan cruel a tu propio hijo?

El miedo hizo que los ojos de Changze se abrieran como platos y que su rostro se pusiera lívido.

—¿De qué diablos estás hablando? —El padre trató de agarrarse de las muñecas de Wangji — Me vas a romper el traje, hombre.

—¿El traje?

Wangji  soltó al hombre de manera tan repentina que éste se tambaleó, tropezó con su silla y cayó al suelo.

—Lo que voy a hacer, miserable gusano, es arrancarte la cabeza de los hombros.

Apoyándose sobre una rodilla con gran dificultad, Changze agarró el brazo de la silla con todas sus fuerzas para tratar de recobrar el equilibrio.

—¡Explícate! ¡No puedes irrumpir en mi casa de esta manera, profiriendo amenazas, agrediendo y escandalizando! Hay leyes que...

—¿Leyes? —Wangji  dio un enorme puñetazo en la mesa. Las fuentes y los candelabros saltaron ante la fuerza del impacto y volvieron a caer con gran estrépito—Hay normas de decencia que nunca han sido escritas en tus preciosos códigos ¿Acaso has respetado alguna de ellas en tu vida? Con tu hijo no, de eso estoy completamente seguro. —Wangji  apuntó a la nariz del otro hombre con un dedo— Entiende esto, despreciable parasito, Wei Ying  nunca regresará a esta casa. No lo hará mientras yo esté vivo. Da por rota mi palabra en lo que se refiere a esa parte de nuestro acuerdo, y más vale que le des gracias a Dios porque eso sea lo único que haya decidido romper.

Lo que dice tú corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora