"Capitulo 24"

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A Lan Zhan le pareció que el tiempo pasaba volando, llevándolos inexorablemente hacia el día en que Wei Ying lo abandonaría. Llegó la época de Navidad. Diciembre le cedió el paso a enero, y ellos empezaron a contar los días que faltaban para que Wei Ying diera a luz.

En la noche del 12, unos pocos días antes de la fecha en que el doctor Wen había calculado que se produciría el parto, Lan Zhan se encontró en el cuarto de baño, lavándose antes de ir a acostarse, cuando oyó los gritos de Wei Ying . Con el corazón en la garganta, corrió a la habitación, para encontrarlo frente al armario, con la cara lívida del susto y el camisón blanco empapado de un líquido rosáceo.

—Todo está bien, cariño. Acabas de romper aguas, eso es todo.

¡Dianxia! El bebé estaba a punto de nacer. Lan Zhan se apresuró a abrir todos los cajones del tocador en busca de un camisón seco. Esforzándose por aparentar tranquilidad, cuando en realidad estaba aterrorizado, le ayudó a cambiarse y luego lo metió en la cama antes de correr a la planta baja en busca de Huang.

—¡Dile a Zizhen que vaya a buscar al doctor Wen! —Gritó— Wei Ying va a dar a luz. Ya ha roto aguas. El bebé está a punto de nacer, Huang. Tenemos que traer a Wen Ning. ¡Rápido!

Huang se quedó mirándolo fijamente.

—Señor, creo que será mejor que se tranquilice. Lo más probable es que pasen muchas horas antes de que nazca el bebé.

Lan Zhan tragó saliva y se frotó la cara con una mano.

—¿Estás completamente segura?

Huang se quitó el mandil sucio con toda calma y se puso uno limpio.

—Por supuesto que no estoy segura. Pero entiendo que eso es lo que suele pasar con el primer bebé.

Lan Zhan se tranquilizó un poco y respiró hondo.

—Supongo que tienes razón. Estoy haciendo un drama sin necesidad, ¿no es verdad? —Hizo una mueca y se rio — Después de todo, sólo se trata de un bebé que está a punto de nacer. Es decir ... bueno, los donceles dan a luz todos los días, ¿no?

Huang pasó de largo por su lado. Tras abrir la puerta de la cocina, asomó la cabeza en la habitación contigua.

—¡Zizhen! ¡Baja enseguida! ¡Ya va a nacer el bebé!

¡Y la buena mujer hablaba de tranquilidad! Al subir las escaleras, Lan Zhan descubrió que, cuando Huang estaba asustada, podía dejarlo atrás perfectamente, aunque corrieran cuesta arriba. También descubrió que, al correr el uno al lado del otro, podrían quedarse atascados al tratar de atravesar una puerta.

En medio de todo aquel alboroto, Wei Ying se había sumido en un sueño intranquilo. Cuando Huang y Lan Zhan llegaron a su dormitorio y lo encontraron durmiendo, acercaron dos sillas, una a cada lado de la cama, y ​​se sentaron para observar con atención su vientre. De vez en cuando, Wei Ying dejaba escapar un débil gemido, y Lan Zhan estaba seguro de que en esos momentos se le tensaba el abdomen. Cuando le dijo esto a Huang, ella se inclinó para observar de cerca.

-¡Sí! Creo que tiene usted razón. Ya está teniendo contracciones leves.

Lan Zhan miró el reloj.

—Son las diez y cuarto. Ayúdame a recordar la hora para que podamos cronometrarlos con precisión, ¿vale?

Así los encontró Wen Ning: Wei Ying dormía profundamente, mientras Lan Zhan y Huang llevaban la cuenta de sus dolores.

—Me parece que a Wei Ying le está yendo mucho mejor que a vosotros. Pueden pasar unas cuantas horas antes de que nos pongamos a trabajar en serio, ¿sabéis? Yo me quedaré con Wei Ying mientras vosotros dormís un poco, si queréis.

Lo que dice tú corazónWhere stories live. Discover now