🍂Capítulo 20🍂

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Un ruido hizo que  Wangji , sobresaltado, se despertara de lo que parecía ser un sueño profundo

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Un ruido hizo que  Wangji , sobresaltado, se despertara de lo que parecía ser un sueño profundo. Momentáneamente desorientado, se puso de costado y miró fijamente la oscuridad.

Wei Ying ... Al recordar la conversación que tuvo aquella tarde, tuvo la esperanza de que estuviese entrando a hurtadillas en su dormitorio. Se le cayó el alma a los pies cuando echó un vistazo a la puerta y vio que firmemente estaba cerrada. No era Wei Ying . Frunció el ceño ligeramente y se incorporó sobre un codo, intentado adivinar la hora que era. Era medianoche, o quizás un poco más tarde, concluyó. Desde luego, se sintió como si no hubiera dormido mucho tiempo.

Oyó de nuevo el ruido que perturbó su sueño, un golpeteo sordo y estrepitoso que procedía de la planta baja. Tras bajarse de la cama, se puso pantalones y botas en el lugar de la bata. En caso de que tuviera que hacer frente a un intruso, quería estar vestido, aunque sólo era a medias. Pero no creía que nadie se hubiera atrevido a entrar en la casa. Había vivido en la mansión Lan desde su nacimiento, y en todos esos años nunca se había presentado problema alguno. La gente de Yiling y sus alrededores era muy honrada y temerosa de Dios, y los delitos eran prácticamente inexistentes. Xichen había sido el más frecuente autor de crímenes en toda aquella zona, pero hacía tiempo que se había marchado de allí.

Xichen ... A  Wangji  se le aceleró el pulso. Luego, desechó esa idea. Su hermano tendrá sus defectos, pero no era ningún tonto. No, probablemente fue uno de los criados, se dijo. Wei tenía problemas para dormir algunas veces y andaba de un lado para otro de la cocina haciendo ruido para calentarse un poco de leche a altas horas de la madrugada.

De camino a la planta baja,  Wangji  se detuvo un momento en la habitación de los niños para cerciorarse de que Wei Ying estuviese bien. Andando de puntillas, se acercó a su cama y se aseguró de que estaba profundamente dormido; luego, volvió sobre sus pasos y cerró la puerta con todo cuidado al salir al pasillo.

Los peldaños de la escalera crujían bajo su peso mientras procuraba bajar sigilosamente. Durante el día,  Wangji  nunca había percibido este ruido, y tomó nota mentalmente de la necesidad de hacer que un carpintero revisara el entarimado de la escalera.

Al llegar al recibidor,  Wangji  se quedó inmóvil. En aquel ruido había algo que hizo que se le pusiera la carne de gallina. No se trataba del sonido despreocupado que solía hacer un criado en la cocina. Era más bien un ruido sigiloso, como si alguien estuviese buscando algo y tuviera mucho miedo de ser descubierto.  Wangji  siguió el ruido hasta llegar al comedor.

Abrió la puerta y entró. Penetraba suficiente luz de luna por las puertas acristaladas, las cortinas estaban parcialmente abiertas, para iluminar la habitación. No era necesario encender una lámpara. Un hombre se resuelve agachado frente al aparador. Junto a él descansaba una bolsa blanca, en la que estaba metiendo los objetos que sacaba del mueble. Reconociéndolo enseguida por el tono azabache de su pelo,  Wangji  no sabía qué sentimiento era más fuerte dentro de él: la ira o la tristeza. Después de haber querido tanto a su hermano, no era nada fácil despreciarlo del todo, independientemente de lo que hubo hecho.

Lo que dice tú corazónWhere stories live. Discover now