Capítulo 26

2.8K 379 160
                                    

Disculpen la demora ,tuve ciertas cosas que hacer pero ya tengo listos los dos capitulos finales y ya estan siendo publicados,no olviden comentary votar eso me da muchos animos para evitar  el hiatus.

al final hay mas notas.

.

.

.

.

Cuando Lan Zhan volvió a la mansión Lan, la casa parecía estar sumida en un silencio absoluto. Sintiéndose inefablemente solo, comenzó a recorrer todas las habitaciones de la vivienda. Veía a Wei Ying y al bebé en todas partes. Se habían marchado y lo más probable era que nunca regresaran. Por difícil que fuera, tenía que aceptarlo.

Jiang Cheng llamó a la puerta del estudio.

—¿Quiere usted que le traiga algo, joven Lan? ¿Una taza de té, tal vez? ¿Le pido a una de las criadas que le traiga la comida?

Wangji dejó escapar un suspiro.

—En realidad, no tengo hambre, Cheng. Gracias de todos modos.

El mayordomo entró en la habitación. Al llegar cerca suyo junto a la chimenea, hizo algo sin precedentes: se sentó en la silla que se encontró frente a la de su amo.

—Sé que no es un consuelo, joven, pero ha hecho usted lo correcto. Es difícil, lo sé. Pero, al final, será lo mejor para su esposo y para el bebé.

Comprender esto no era muy reconfortante. Lan Zhan no dijo nada.

—Huang le escribirá con frecuencia. Estoy seguro. Y, en muy poco tiempo, Wei Ying empezará a escribir sus propias cartas.

Lan Zhan asintió con la cabeza.

—Supongo que todo será más fácil entonces. Pero pasará una buena temporada antes de que Wei Ying aprenda a leer ya escribir, Cheng.

—Sí, joven, lo sé. —El hombre se quedó callado un momento, con las manos extendidas hacia la chimenea, como para calentarlas, aunque no hubiera fuego en ella.

—Lo que usted necesita ahora es tener proyectos que lo mantienen ocupado. Una cosa que podemos proponernos es hacer una jaula para ratones. No me gusta quejarme, pero desde que el jovencito llegó soltó todas las trampas del ático, estamos plagados de esos bichos. Encontré excrementos en el suelo de la cocina esta mañana, ni más ni menos.

- Espero que lo hayas tirado.

—Bueno, joven, no exactamente. Dado que a esas criaturas parece encantarles, yo, esto... lo llevé arriba. Pensé que a lo mejor... bueno, pues si tienen comida allí, quizás no vuelvan a la cocina.

Lan Zhan gruñó y se frotó la frente. Luego, soltó una carcajada poco entusiasta.

—Señor Jiang, eso es un disparate. ¿Dar de comer a los ratones del ático? ¿Tienes alguna idea de lo rápido que se multiplican estos animales? No puedo recordar las cifras exactas que aprendí en la universidad, pero es algo increíble.

—Tiene usted razón, desde luego. Es un disparate dar de comer a los ratones. —Miró a Lan Zhan de soslayo— Entonces, le pediré que tenga la amabilidad de volver a poner las trampas.

Lan Zhan gruñó de nuevo.

—No puedo hacerlo. Lo más seguro es que atrape a uno de sus favoritos. Tal vez tengas razón. Tendré que hacerles una jaula.

—Si quiere usted ayuda para hacer una jaula, yo soy muy hábil con el martillo y los clavos.

—Gracias, Cheng. Te agradezco tu amable ofrecimiento.

Lo que dice tú corazónWhere stories live. Discover now