|11|

1.4K 218 15
                                    

Aquella conversación rondaba la mente de Viktor desde la mañana. "Tú no quieres esto" "Yo no te gusto". ¿Y si en realidad era así? ¿Y si solo estaba confundido? Pero todo se sentía real. No era estúpido como para no saber que el nerviosismo y el cosquilleo en él cuando se trataba del federal, eran parte de la atracción innegable que sentía. Pero, ¿tan de repente? ¿Siquiera era real lo de las galletas de amor? Ya no tenía ganas de cuestionarlo.

—¿Comisario? —Parpadea al escuchar el llamado, volviendo a la realidad. Le observa.

—Dígame, Kovacs—se aclara la garganta, sentándose recto en el asiento del copiloto del patrulla.

—¿En qué pensaba? Estaba muy serio, hombre. Relájese—ríe para aligerar el ambiente.

—Lo siento—murmura, frotándose las manos para calentarlas un poco—. ¿Hay algún aviso?

—No, la ciudad está sorprendentemente tranquila.

—Bien—mira hacia delante, el atardecer cayendo—. ¿Le apetece salir de servicio?

El segundo comisario le mira con sorpresa.

—¿Cómo?

¿Desde cuando Volkov invitaba a alguien fuera de servicio?

—No me ha escuchado?

—Sí, sí—sonríe mirando hacia la carretera—, ¿quiere ir a tomar algo?


[...]


—Pensé que no le gustaba el whisky—habla Kovacs, aún con su segunda cerveza a medio beber.

Volkov bufa.

—Y así es—se termina su cuarta copa de un trago.

—Es raro que no tengan vodka—comenta el comisario, dando también un sorbo a su bebida, pero con más calma que el contrario.

—Это дерьмо(Vaya mierda de sitio)—farfulla, sobándose la cabeza.

No estaba acostumbrado a beber eso pero en aquellos momentos era mejor que nada. Su compañero frunce el ceño al verle así, pero no se atreve a preguntar, pues sabe que el ruso no le va a explicar nada. Ni él mismo sabía que le ocurría, de todas formas.

—Oye, Volkov—le llama, haciendo que el nombrado levante la vista para encararle—. ¿No se ha estado quedando hasta muy tarde trabajando?

—Sí, como siempre—se encoge hombros, comenzando a notarse mareado. Aún así, pide otra más.

—¿Por qué no se toma un día de descanso? —Cuestiona, no muy seguro de que deba beber más.

—No lo necesito—mentía, y a la vez no.

Estuvo mucho tiempo sin trabajar, solo y pensando en todo lo que había hecho mal a lo largo de su estancia como comisario de Los Santos. Si se tomaba un día libre, eso significaba tener tiempo para pensar y era lo último que necesitaba ahora. No quería cavilar sobre dónde estaba o no su antiguo jefe, ni sobre donde se había metido Gustabo, con el cual todavía tenía algo pendiente de lo que hablar. Ni siquiera sabía qué había ocurrido con Greco. Conocía que todos seguían con vida pero, igual que él, habían huido de la ciudad, dejando solo al que más necesitaba salir. Horacio cargó por mucho tiempo con el peso de las consecuencias de los demás sobre sus hombros, lo sabía perfectamente. Y, aún así, no podía ir a pedirle perdón. Ya era demasiado tarde, el daño estaba hecho, y todo había cambiado demasiado.

—Todo el mundo necesita un descanso. No es bueno trabajar tanto, Volkov.

Este suspira. Tenía razón, pero no podía.

—Soy el jefe de la policía, no puedo tomarme un descanso—excusa.

Entonces el contrario ríe.

—Estuve a cargo de la comisaría durante meses, ¿en tan poca estima me tienes, hombre? —Palmea su hombro.

Viktor observa su vaso con hielo, nuevamente lleno. Están durante unos segundo en silencio, solo escuchando la música country que suena en el bar. Echa la cabeza hacia atrás y se bebe el whisky de un trago.

—Tal vez tenga razón—dice recuperando el aliento, notando el mareo incrementado.

Kovacs agarra su vaso y y aparta de su lado.

—Ya hemos bebido suficiente.

Pide la cuenta y la paga por los dos. Entonces se levanta del taburete y observa cómo el ruso le imita tambaleando un poco.

—Venga, le llevo a casa—le guía hasta fuera del Yellow.

Volkov cierra los ojos cuando una ventolada helada choca contra su rostro. Toma un respiro, y los abre de nuevo.

—Lléveme mejor a la sede del FBI.

Galletas de amor. |AU Volkacio|Onde as histórias ganham vida. Descobre agora