Capítulo 27

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Narrador

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Narrador

Labrinth - Formula  🎶

Mathew niega con la cabeza repetidas veces y saca el móvil de su bolsillo para volver llamar a SoEun. La mujer está colmando su paciencia, y las consecuencias no serán un polvo o algo que le resulte placentero. El profesor está desesperado por una respuesta, y ella solo se hace de rogar. No sabe exactamente para que la citó, así que lo más probable es que SoEun solo esté retrasándose a posta para cabrearlo.

El sonido de los tacones inunda sus oídos y Mathew alza la mirada encontrándose con la hermosa mujer que viste de negro y le mira con una sonrisa pícara.

—Lamento haberte hecho esperar. —dice, pero se nota a leguas que no lo dice enserio.

—No me importa que te hallas demorado, estás aquí. —sanja el profesor abriendo una de las gavetas de su mesa y saca una bolsa de nailon transparente en la que se ven dos sobres.

SoEun mira confundida la bolsa y luego mira a Mathew.

—¿Para que se supone que me llamaste? —se lleva las manos a la cadera.

—Obviamente no es para hablar contigo como si fuéramos viejos amigos. —dice Mathew soltando la ironía, se está cansando.

Las dudas lo carcomieron desde que vio a SoEun en aquella reunión, la cuando supo que era la madre de Sunghye. Al principio lo dejó pasar porque SoEun había mostrado estar aún afligida por la muerte del padre de Sunghye. Pero la realidad era muy diferente. La actitud de SoEun no era ningún secreto para Mathew, la conocía demasiado bien, tanto así, que sabía perfectamente que era una experta fingiendo y mostrando emociones donde no la hay.

Poco después comenzó a detallar los rasgos de Sunghye, algunas veces los gestos que hacía se parecían demasiado a los suyos, y su actitud no dejaba de parecerle conocida, era como él, aunque también tenía cosas de su madre. Por esa razón tomó un cabello de Sunghye en una de sus clases y había mandado a hacer una prueba de ADN, los resultados habían llegado a sus manos ayer, pero no había tenido el valor para leer el resultado. Decidió llamar a Sunghye, para que ella también escuchara, y si era cierto lo que él pensaba, entonces su falsa se acabaría. Muchas cosas coincidían, SoEun había engañado a Park con él, y la edad de Sunghye coincidía perfectamente con el tiempo en que habían sido amantes.

Sin darle más vueltas al asunto sacó ambos sobres de la bolsa. La atenta mirada de SoEun no se despegaba de ambos sobres. Mathew abrió el primero. Del mismo sacó una pequeña bolsa transparente en la cual se podían apreciar varios mechones de cabello color castaño. SoEun se tensó de inmediato y se acercó a Mathew arrebatándole la bolsa de la mano tomando posesion del cabello de su hija.

—Dime que no has hecho lo que creo que has hecho. —gruñó mirándole rabiosa.

—He hecho exactamente lo que estas pensando. —dijo él acercándose a ella con el otro sobre en mano.

Abrió el sobre y de el sacó un documento. SoEun intentó arrebatársela pero el metro noventa de Mathew se impuso ante ella levantando el tan preciado papel.

—De aquí no te irás sin que yo sepa la verdad, y lo mejor para ti, es que Sunghye no sea mi hija, porque de lo contrario, te va a pesar toda tu vida haberme arrebatado a mi hija. —escupió el profesor cada palabra, con un desdén que no era común en su tono.

Se podía notar a millas de distancia lo molesto que estaba, y si solo lo rozaban, era probable que se prendiera en llamas, o que hiciera erupción tal cual un volcán.

Se alejó unos cuantos pasos de SoEun. La mujer temblaba y se mordía las uñas deshaciendo la manicura francesa que estaba perfecta minutos atrás. El profesor desdobló el documento y caminó de un lado a otro leyendo el contenido del papel. SoEun estaba en un nivel de nervios en el cual nunca pensó que iba a estar, pero no le quedaba más remedio que resignarse a dejar que Mathew leyera el contenido del maldito documento.

Una vez la lectura se finalizó los ojos del profesor Smith se encontraron con los de la señora Park. La ira destilaba por cada poro de Mathew. Volvió añicos el papel y con grandes zancadas tomó a SoEun del cuello acorralando su cuerpo a la pared.

—¡Me jodiste maldita loca! —le gritó totalmente encolerizado.

No estaba haciendo presión con su mano en el cuello de la mujer, no podría hacerlo, ganas no le faltaban, pero además de que era una mujer, esa mujer en específico seguía moviéndole el suelo, aún le ponía los pelos de punta, aún lo hacía arder en llamas de flamante deseo, aunque también pueden notar que de ira también.

—¡Me ocultaste todo este jodido tiempo a mi hija! —volvió a gritar importándole poco que alguien aún estuviera en la institución.

—¡Es mi hija! ¡No tuya! —gritó la mujer de vuelta, colocándolo más molesto.

Si median a Mathew con un termómetro, los juro que lo volvía pedazos con la temperatura. Por sus venas no corría sangre, solo lava ardiente que quería quemar todo y a todos a su alrededor. Odiaba la hipocresía, y estaba a punto de estrangular a SoEun si volvía a referirse a Sunghye como su hija.

—¿Siquiera tienes el valor de llamarte a ti misma, madre? —cuestionó de forma retórica mirándola con dagas en los ojos azules que la aniquilaban— Solo eres una maldita aprovechada que se aprovecha de Sunghye, la haces trabajar y te mantienes de ella, te aprovechas de su belleza y de la propina que le dejan los clientes en el restaurante en que trabaja.

Estaba totalmente informado de la mierda de vida que estaba teniendo su hija a manos de su supuesta madre. Había contratado a un detective personal que siguiera a Sunghye para que le informara acerca de cualquier actitud rara de SoEun sobre su hija. La mujer no solo trataba mal a Sunghye, sino que también se aprovechaba de su hija y la amenazaba constantemente con sacarla de casa en que vivían.

Si tú lo prefieres puedes vivir conmigo, hija.

Pensó el hombre completamente molesto de los tratos de la mujer para con su hija.

Él se ganaría el cariño de su hija, y haría todo lo posible por hacerla ver, que aunque fuera doloroso enterarse de que tú profesor de Deportes es tu verdadero padre, también podría traer cosas buenas, como un nuevo hogar, del que nunca sería hechada.

—A partir de ahora, me encargaré de que pagues todos y cada uno de tus actos. —él desprecio era lo único que predominaba en su tono de voz— Disfruta a mi hija mientras puedas, porque pronto no vas a poder seguir aprovechándote de ella. —aseguró dándose vuelta y alejándose de la mujer con repugnancia.

Desde ese momento, una clara guerra entre dos padres comenzaría... ambos dispuestos a tener a su hija a su respectivo lado, cada uno por su respectivo motivo.

El de multimedia es Mathew Smith 😍
Nos leemos ❤️👀

STALKER ; Kth ¹ ©Where stories live. Discover now