La verdadera historia

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...

--¿Estás seguro que era por esta dirección?-- le preguntó Elena a Sirius mientras avanzaban en uno de los pasadizos que los llevaría lo más cerca posible a la oficina del director.

Habían pasado ya al sauce boxeador y entrado a la escuela sin ser vistos, lo cual fue más fácil de lo que esperaron, ya que era de noche y apenas podía ver lo que estaba frente a ellos, aún con las varitas en mano.

--No lo sé, no es tan sencillo sin el mapa-- se quejó Black, estirando la varita como si eso pudiera enseñarle el camino.

--¿Por qué susurramos?-- se cuestionó Elena --Es de noche, estamos dentro de las estructuras del castillo, nadie puede oírnos, los alumnos ya deben estar dormidos.

--Los alumnos no son el problema, Nena, lo son Filch y su maldita gata entrometida-- se quejó, distrayéndose, tomando el camino equivocado sin darse cuenta --Y ellos no son a quien más debemos temer, sino a...

--McGonagall-- completó la castaña, tragando saliva con miedo de sólo imaginar ser pillados por ella --Siempre encontró la manera de sabotear cualquier travesura que hiciéramos. ¿Cómo sabemos que vamos en la dirección correcta ?.

Antes de que Sirius pudiera responder eso, Elena, al no ver por donde pisaba, terminó cayendo repentinamente, había olvidado que esa era una trampilla que había puesto años atrás para la chimenea del salón de pociones.

Maldijo fuertemente al golpearse con uno de los calderos, le hubiera sorprendido que no hubiera sido así.

--¿Estás bien?-- preguntó Sirius aguantándose la risa, mirando hacia abajo, bajando con cuidando por el agujero.

--De maravilla-- respondió molesta, aceptando la ayuda del pelinegro para levantarse del suelo, quejándose a la vez del dolor en su espalda --Estúpido caldero.

--Bueno, si antes no sabían que estábamos aquí, seguro que ahora sí-- dijo Sirius, tomando una de las sillas en las mesas para ponerla en la chimenea --Vamos, como en los viejos tiempos.

Se subió en la silla y con un poco de la ayuda de Elena, logró subir, cuando estuvo de nuevo en el pasadizo, le ofreció la mano, pero antes de que pudiera subir, la puerta del salón se abrió.

Se quedó paralizada, ya imaginaba lo que McGonagall estaba planeando en decirle, ni siquiera necesitan estar en Hogwarts para causar revuelo.

Pero bueno, no podía ser tan malo, al fin y al cabo sólo pudo haber despertado a media escuela, pero lo hizo por una buena razón, así que abrió la boca lista para defenderse, pero se tranquilizó al ver que sólo se trataba de Snape.

--¿¡Qué rayos haces, Elena!?-- preguntó él notablemente molesto, ya que a juzgar por sus pijamas, estaba durmiendo.

La castaña empujó la mano de Sirius para que el mago no la viera, ya que eso lo disgustaría aún más.

--Bueno... Sólo quería visitarte ya que estaba de paso-- dijo inocentemente volviendo la silla a su lugar --Muy bonita, eh.

--Son la 1 de la madrugada, Elena-- la bruja frunció el ceño, no esperaba que fuera tan tarde.

--Bueno, como dicen los muggles, a quien madruga Dios le ayuda-- dijo irónica, avanzando hasta su amigo, pero se detuvo al escuchar una voz femenina acercarse.

--¿Pero qué es este... Señorita White?-- preguntó McGonagall sorprendida con la presencia de su antigua estudiante en el colegio.

--¡Profesora McGonagall!-- exclamó con emoción --Pero qué gusto verla, se ve tan bien, los años no le rinden cuentas-- dijo con una sonrisa, esperando que con eso borrara esa expresión de seriedad de su rostro, pero fue en vano .

Historia Mi felicidad y mi tristeza (Pt.2) (Continuación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora