CAPÍTULO 13: PEQUEÑAS COSAS OCULTAS

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Danna y Yahir pasaron las últimas horas que restaban de clases juntos. Almorzaron en la cooperativa, se escondieron de los prefectos que se encontraban revisando los pasillos asegurándose de que todos los alumnos se encuentren en las aulas y jugaron básquet en la cancha de educación física. Cansados se dirigen a sentarse debajo de un árbol para refrescarse un poco. Danna toma su mochila para sacar su termo con agua, pero por accidente esta cae en un brazo de Yahir, este da un grito de dolor y la chica trata de sobarlo, pero el rápidamente lo quita, le extraña la actitud del chico, así que decide tirar la manga hacia arriba y lo que ve la deja atónita.

─ ¡Tú también tienes heridas! ─ el chico se sonroja de la vergüenza y las cubre nuevamente.

─Esto era lo que no quería que supieras de mi─ dice cabizbajo, la adolescente preocupada posa su mano en su mejilla, pero él no quiere sentir compasión y lastima de nadie.

─Déjame ayudarte Yahir, te prometo que vas a estar bien sólo tienes que confiar en mí, te amo y juntos lo vamos a resolver

─No le digas de esto a nadie, por favor

─Solo si me prometes no volverlo hacer─ el muchacho niega con la cabeza ella se acerca para darle un beso en su frente y abrazarlo sin hacer ni una sola pregunta más pues sabe tratar con personas que se autolesionan por su amiga Jaqueline, lo único que necesitan es sentir el apoyo de los que más quieren.

La madre de Jaqueline le sirve el desayuno en la mesa a ella y su hermana menor Mara, el padrastro se abotona la camisa mientras se observa en el espejo admirando su reflejo sintiéndose orgulloso de su porte.

─Hoy será la despedida de soltera mi amiga Paola que se casa el sábado, ¿puedes quedarte con las niñas? ─ dice la madre desde la cocina, el hombre pasa por detrás de Jaqui y le toca el hombro.

─Claro mi amor, ve a divertirte yo cuido a las niñas, la pasaremos muy bien─ la chica siente ese asqueroso tacto que repudia con todo su corazón y recuerda todas las veces que se ha quedado a solas con él, las náuseas llegan de repente y comienza a asfixiarse con la comida. Se pone de pie a cómo puede y vomita en los zapatos del padrastro.

─ ¡¿Qué chingados Jaqueline?! ¡No pudiste vomitar en el baño! ─la reprende la madre, pero el esposo trata de calmarla.

─No te preocupes, tengo otros zapatos no regañes a la niña, no fue su culpa

─Mamá ¿puedo ir contigo a la despedida? Es que no quiero estar aquí.

─ ¿Estás loca? No puedo llevar a menores de edad a ese tipo de lugares─ dice la madre mientras limpia el vómito de la hija.

─Entonces ¿puedo ir a la pijamada de Esme?

─No Jaqueline, después de tu estupidez queriéndote envenenar no puedo dejarte sin la supervisión de un adulto, te vas a quedar con Pedro y es mi última palabra─ la chica siente la mirada de aquel hombre que le ha hecho daño durante años y la rabia la invade por todo su cuerpo, se va a su habitación de manera tajante <<No dejaré que me vuelva a hacer daño>> piensa mientras esconde la navaja que le regaló Sergio cuando la acompañó a casa después de salir del hospital.

Daniel escucha un fuerte golpe en la puerta en la planta de abajo, inmediatamente despierta a Sergio pues sospecha que han llegado sus padres. ─Si escuchas voces escóndete debajo de la cama, ¿entendiste? ─ el chico asustado comienza a vestirse rápidamente mientras que su pareja en la intimidad baja las escaleras para revisar que todo esté bien. Se coloca bruscamente el pantalón cuando choca con un mueble y cae al piso una foto de Viviana y Daniel abrazados. El padre de Daniel escucha el ruido del vidrio al romperse, extrañado trata de subir las escaleras, pero su hijo intenta distraerlo. Al entrar observa la foto tirada y la ventana abierta de par en par.

─ ¿Tenías a alguien metido aquí? ─ cuestiona al muchacho

─No, yo estaba durmiendo en tu habitación

─Entonces trataron de meterse a robar, escucharon voces y se bajaron por el árbol, vístete que te iras a dormir a la casa de tu hermana en lo que nosotros regresamos del viaje─ el chico obedece a su padre y siente un gran alivio de que su amante se haya ido por la terraza.

Sergio va corriendo a toda velocidad a su casa por la furia que siente al no poder gritarle al mundo lo que siente por Daniel. Sus manos sangran debido a las heridas ocasionadas por bajar de un árbol a toda velocidad. Se detiene en un muro a una calle de su casa, se sienta a descansar un momento, su pecho sube y baja por la respiración agitada. El amor juvenil no es algo de lo que tenga que avergonzar a nadie, cuando es puro, sincero y desinteresado debe mostrarse al mundo y es lo que el muchacho está por hacer. 

CRECER AGRIDULCE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora