CAPITULO XLIV

4.5K 172 47
                                    

Tyler

—Es el primer cumpleaños que no paso junto a ella. —repite Jane por quinta vez. Sí, las conté.

—Puedes acercarte y pasarlo con ella. —menciono en un intento de consuelo—. Ella te lo perdonara, aunque no puedo decir lo mismo de mí.

—No nos va a perdonar. A ninguno de los dos. —su tono de voz hace que sea incapaz de verla a los ojos.

Estoy más que dispuesto a que Clarisa me deteste a mí, pero no a Jane. Y peor me siento al saber que, otra vez, es mi culpa. Nunca debí dejar que Jane me guardara el secreto, he aquí las consecuencias.

—A ti sí. De eso me encargo yo.

Levanta la cabeza de la encimera a la vez que yo la desvió, sentía como me mira con los ojos entrecerrados.

—Te amo, eres mi hermano, pero será mejor que dejes las cosas como están. Dale su tiempo.

—No dije que no se lo fuera a dar —aclaro fingiendo interés en mi desayuno para no mirarla—. Me encargare..., cuando sea el momento.

—Ya no habrá momento. Nos odia.

—Probablemente.

—Debías decir que no nos odia. —me recrimina.

—Solo nos planteó la posibilidad. Aunque no lo veo posible.

—¿Y por qué no lo ves posible?

—Porque ella te adora, eres su mejor amiga.

La mirada de Jane se ilumina un poco pero es opacada por algo que conozco como la pena.

—¿Y contigo? —pregunta después de un momento en silencio.

—Sé que me quiere.

—¿Pero...?

—Pero ahora ya no me siento seguro de nada. —aunque intento esconderlo, mi voz se quiebra un poco al final. Creí que pasaría desapercibido pero su manera de verme, me dio a entender que no.

En un parpado ya la tenía a mi lado, abrazándome de costado. Ambos nos quedamos en silencio hasta que nana entro por la puerta de la cocina y nos miró confundida.

Hizo el intento de decir algo, pero pareció pensárselo mejor y solo nos sonrió comprensible.

***


Una vez que llegamos al instituto, cada uno toma su camino.

Ella seguramente buscaría a Clarisa, acción que le dije esperara un poco, pero ¿alguna vez ella me hace caso? Por supuesto que no.

Yo, en cambio, me mantendría lejos si es que alcanzo a verle algún pelo. No era bueno que intentara acercarme en estos momentos.

Primero: porque me pidió espacio, y aunque no quiera, se lo concederé.

Segundo: las miradas por el pasillo eran más notorias. Todos los ojos estaban puestos en mí; no tenía que ser un genio para entender el por qué.

Las cosas ya estaban patas arriba, y el reloj había comenzado a dar retroceso, solo era cuestión de tiempo para que llegara a ceros.

Estos momentos quisiera estar con Clarisa, pasando por estos juntos. Me podía hacer una idea de lo que pasaba por su cabeza, incluso, mientras yo caminaba con la frente en alto, podía imaginármela con la mirada puesta en el piso. Ella no tenía por qué pasar por esto.

Todo era mi culpa al fin de cuentas.

Lanzaba una que otra mirada a aquellos que no tenían ni un poco de decencia al señalarme, y rápidamente desviaban la mirada.

El mejor amigo de mi novioWhere stories live. Discover now